Del 14 de febrero al 17
de febrero de 2006, una delegación de la Mesa y Portavoces del
Senado visitamos Berlín para conocer una vez más qué
se cocinaba con la tan manoseada reforma que los alemanes como consecuencia
del acuerdo CDU-SPD, la Grosse Coalition, iban a emprender.
Viajábamos en una semana sin pleno presididos por Javier Rojo
que ese día había estado en el Tribunal Constitucional en
un acto en que se recordaba el décimo aniversario del asesinato
de su presidente, Tomás y Valiente. A dicho acto fue Zapatero,
aunque no así al de Valencia en el que la Víctimas del Terrorismo
celebraban asimismo una reunión con presencia de Felipe de Borbón
y de Peces Barba, que anunció su retirada de la escena para después
del verano. La no presencia de Zapatero en Valencia fue muy criticada.
Eran días en los que Enrique Múgica hablaba de que el diálogo
con ETA debería ser el de la escoba con la basura y de que en Valencia
se le pidiera al gobierno no negociara con la organización terrorista
ya que el presidente del gobierno había dicho en una solemne rueda
de prensa en Moncloa que se iba a iniciar el principio del fin de la violencia.
Eso tenía de los nervios al PP que andaba de ciudad en ciudad
abriendo mesas petitorias con firmas solicitando un referéndum
sobre la unidad de España al parecer amenazada por el Estatut,
mientras ETA volvía a poner bombas en Urdax y en Trápaga.
Ese martes había estado en el desayuno organizado por el Forum
Europa para escuchar al profesor Romano Prodi en plena campaña
electoral italiana. El hombre me decepcionó. Habló en inglés,
con un tono y unas pausas y lentitud insufribles. Pobre Italia, que tiene
que elegir entre un personaje como Berlusconi y otro como Prodi. De todas
maneras a ese desayuno había ido Josu Jon Imaz, ya que Prodi es
uno de los inspiradores del Partido Demócrata Europeo, cuyas bases
de actuación entregué una hora después al alcalde
de Chacao (Caracas), Leopoldo López, que tres días antes
había vivido una desagradable experiencia de matonismo político
en una Universidad venezolana por parte del chavismo.
De la Mesa del Senado fuimos a Berlín, inaugurando la Sala de
Autoridades de la nueva Terminal T-4, que es espectacular, Rojo, Caneda
y yo y como portavoces, García Escudero, Nacho Sáenz, Macias,
Bonet y Mur. Del staff, Ana Álvarez, Rosa Orozco, Eli Hernández,
Kiko Tomás y Valiente, que ese día había tenido el
acto de recuerdo de su padre y había intervenido diciendo que no
se manipulara a las víctimas y un Paco Peña al que la delegación
vasca de los años del gobierno de Felipe González, que negociaba
con él, llamaba Paco España por su rabiosa españolidad
y centralismo. Me dijo que era uno de los cuadros de la UGT que Alfonso
Guerra pasó en 1982 al gobierno y que el día de la victoria
socialista en 1982 apareció bajo una farola borracho y con la bandera
republicana. Hablando en el viaje y cuando le dije que debería
escribir sus memorias me contó cómo siendo ministro de Administraciones
Públicas Juan Manuel Egiagaray le visitó Aznar que era presidente
de Castilla León y al que no le importaba para nada las carpetas
que habían preparado para la reunión sino, en un aparte,
le planteó exclusivamente a Egiagaray que le gestionara una reunión
con foto en Moncloa con Felipe González.
En Berlín estaba en pleno auge “La Berlinale”, viajamos
con Ángela Molina, y no se si porque Rojo no quería hablar
de ETA o porque a los periodistas españoles no les interesaba nuestra
presencia el caso es que se suspendió un encuentro con la prensa
hispana ya que ese día no se qué había en la muestra
berlinesa y el encargado de prensa de la embajada nos dijo que era una
temeridad tener un encuentro con gente tan “altamente motivada”.
DIEZ VECES EN BERLIN
Hay que señalar que el embajador Gabriel Busquets y el ministro
consejero Pedro Villena nos trataron muy bien, con gran profesionalidad
y eficacia y que el hotel donde estuvimos alojados, el Adlon Kempinski,
junto a la puerta de Branderburgo era sensacional por sus maderas y elegante
sobriedad. Un día, en el desayuno, le vimos a Hans Dietrich Genscher
desayunando con su mujer. Al hombre se le ve cascado pero tenía
una jersey de un vivo color rojizo y al parecer comienza a prodigarse
en conferencias y declaraciones.
Nos desplazamos a los sitios en una furgoneta negra y las únicas
concesiones a algo distinto al Bundesrat fue visitar el museo Pérgamo,
que sigue en su renovación y cuyo guía argentino nos habló
de Babilonia y de la ciudad en media hora diciendo que todo eso debería
estar en su sitio, pero si se devolviera él se quedaría
sin trabajo y un concierto en la Filarmónica de Berlín con
un director chino o coreano muy enérgico. Eso fue todo. El resto
puro palo bundesratiano.
Nunca en un viaje había estado tan enclaustrado como en esta ocasión.
La primera vez que viajé a Berlín había sido en tiempos
de un Franco moribundo, en octubre de 1975 para asistir a un curso organizado
por la CDU junto al Muro para que viéramos aquello. Habíamos
pasado a la Alemania del Este y visitado el monumento a la Madre Rusa.
El segundo de 1978 con Arzalluz, Garaikoetxea y Olabarri, cuando se hablaba
del derecho de autodeterminación. Cuando cayó el muro allí
estuve en el Reichstag pasando ya al otro lado y comprando trozos del
Muro. En otra oportunidad con la IDC, hablando con Calvani y Napoleón
Duarte. Con Xabier Arzalluz, José M. Etxebarria, María Jesús
Vergara y Zalbidegoitia tras un congreso en Varsovia. Cinco veces pues
con la DC, con Muro y sin él. Las otras cinco restantes con el
parlamento. La primera de ella habría que decir que más
bien con la embajada de Estados Unidos. Resulta que se negociaba la continuidad
o no de las bases militares en España y la embajada norteamericana
nos invitó a visitar una serie de bases en Europa. Recuerdo bien
la de Bitburg y alguna más con final en Berlín, un día
de una impresionante nevada. El resto con la Unión Interparlamentaria
con visita a un bunker. La otra visita a Dresde y Berlín. Y la
anterior a ésta con Trillo como presidente del Congreso con noche
en Postdam en el hotel donde se celebró la conferencia de la partición
de Europa en 1945 y esta última con Rojo a visitar el Bundesrat.
Diez veces en Berlín lamentando ahora no haber hecho un detallado
diagnóstico de cuáles eran los problemas del momento. Con
Muro y si él.
EN LA EMBAJADA
La embajada de España en Berlín fue edificada entre 1938
y 1943. Los planes de remodelación urbanística de Albert
Speer incluían una operación de canje del inmueble, por
lo que, a cambio del Palacio Tiele-Winkler, sede anterior de la representación
diplomática en Berlín, España recibía una
parcela y su correspondiente edificio en el barrio de Tiergarten. El edificio
sufrió importantes daños tras un bombardeo durante la guerra
y tuvo que ser abandonado. Tras la decisión del Parlamento alemán
de trasladar la capital a Berlín, el gobierno español decidió
reconstruir completamente el edificio.
Inaugurado por Aznar, es un mamotreto grande y costoso con todo el olor
de la arquitectura nazi aunque por dentro se hayan gastado un pastón
y está cómodo y funcional.
En este edificio tuvimos cuatro reuniones de trabajo en el auditórium.
He de decir que todos estuvimos en las reuniones, preguntamos y nos interesamos
tanto por el federalismo alemán que éste nos salía
ya por las orejas. Con buena traducción simultánea el primer
día tuvo una quinta intervención en la comida oficial que
nos organizó el embajador, almuerzo por cierto, con una cocina
fina hecha por un gallego: volovanes, lomo de ternera y variación
de mousse. Un Luis Cañas reserva 1998 completaron un buen almuerzo
que terminó con la entrega de la dichosa polvera al embajador que
estuvo atento y discreto. Amigo de Moratinos, Busquets había sido
embajador en Irán y me comentó la importante manifestación
ante la embajada danesa que habían organizado los turcos a cuenta
de las caricaturas de Mahoma y de la que se preveía para el sábado,
día siguiente de nuestra salida, a cuanta de algunos vascos con
apoyo de grupos verdes y de extrema izquierda en protesta por el sumario
18/98. No le dio la menor importancia.
ESTRUCTURA Y MISIONES DEL BUNDESRAT
Este fue el título de la intervención del Director del
Bundesrat, Dirk Brouer, un tipo grande y con barba recortada. Había
sido juez de lo contencioso. Hizo mucho hincapié en que las competencias
las tenían los Länder y nos explicó el poder legislativo
excluyente, el concurrente y la legislación marco. Trabajan 200
personas aunque carecen de departamento de estudios. Le pregunté
si los Land podían organizar referendums, quién era el convocante
y quién era el votante.
EL PLENO Y SUS MIEMBROS
El Bundesrat está constituido por miembros de los Gobiernos de
los länder, es decir, a él sólo puede pertenecer quien
tenga un escaño en el Gobierno del land. El propio Gobierno decide
cuáles de sus miembros son enviados al Bundesrat. Cada land sólo
puede, por lo tanto, nombrar miembros del Bundesrat a tantos miembros
de su propio Gobierno regional como votos tenga en el Bundesrat.
Es habitual que los restantes miembros del Gobierno del land sean nombrados
miembros suplentes del Bundesrat. Así, en la práctica todos
los miembros de los Gobiernos de los länder pertenecen al Bundesrat.
Como no hay elecciones al Bundesrat, éste no está sujeto
a períodos legislativos. Desde el punto de vista del derecho constitucional,
es un órgano permanente que se renueva sobre la base de las elecciones
a los parlamentos de los länder. Dichas elecciones, que tienen lugar
en fechas muy diversas, adquieren de este modo transcendencia federal,
ya que los votantes, al elegir el parlamento y el gobierno de los länder,
indirectamente están determinando quién representará
en adelante a su land en el Bundesrat.
REPARTO DE VOTOS DE LOS LÄNDER
La presencia de los respectivos länder en el Bundesrat se rige por
el número de habitantes: cada land cuenta por lo menos con tres
votos; los länder con más de dos millones de habitantes tienen
cuatro; los länder que tiene más de seis millones, cinco y
los de más de siete millones de habitantes, seis votos. Renania
del Norte-Westfalia, Baviera, Baden-Wurtemberg y Baja Sajonia tienen seis
votos. Hesse, Sajonia, Renania-Palatinado, Berlín, Sajonia-Anhalt,
Turingia, Brandenburgo y Schleswig-Holstein tienen cuatro. Mecklemburgo-Pomerania
Occidental, Hamburgo, Sarre y Bremen tienen tres votos cada uno.
En total, el Bundesrat tiene 69 miembros y otros tantos votos. Para obtener
la mayoría absoluta se requieren, pues, 35 votos; para la mayoría
de dos tercios exigida en caso de reformas constitucionales, 46 votos.
Los votos de cada land (sí, no o abstención) sólo
se pueden emitir en bloque, es decir, no es posible que cada miembro emita
un voto distinto de los otros representantes de su mismo land. Cada Gobierno
de los länder acuerda, antes de que se vote en el Bundesrat, la posición
que en él han de tomar sus representantes. En la práctica,
en el Bundesrat da voto a un solo miembro por cada land. Éste emite
el voto en nombre de todos, aun cuando aparte de él no asista a
la sesión ningún otro representante de sus land. En las
votaciones, pues, los miembros del Bundesrat están supeditados
a las decisiones tomadas por sus respectivos gobiernos regionales. En
el Bundesrat no se expresa libremente la voluntad de cada miembro a título
individual, sino la del land. De este modo, la pertenencia al Bundesrat
no es un mandato libre, pero tampoco un mandato imperativo. Los miembros
del Bundesrat no ejecutan instrucciones u órdenes ajenas a ellos,
sino que actúan de acuerdo con una línea elaborada previamente
por el gobierno del land, al que ellos mismos pertenecen.
LA REFORMA DEL FEDERALISMO ALEMÁN
La segunda reunión con el consabido coloquio estuvo a cargo de
Horst Risse, secretario de la extinta Comisión de Reforma del Federalismo
del Bundesrat.
Este profesor no dio cuenta del que habían sido sus trabajos y
de los traqueteos de una Comisión que iba a desatascarse tras el
acuerdo ente el SPD y la CDU.
La primera propuesta para llevar a cabo un esfuerzo institucional ambicioso
a favor de una reforma la promovió el entonces Presidente de Hesse,
Eichel, en su discurso de investidura como Presidente del Bundesrat en
1998. Poco después, la conferencia de Presidentes de los Länder
asumió la cuestión, que tras una consideración interna
de los Länder desembocó a partir de 2002 en unas negociaciones
con el Gobierno Federal. Estas negociaciones deberían haber concluido
a finales del año 2003. La opinión pública apenas
tuvo noticia de dichas conversaciones, y no parece que produjesen ningún
resultado concreto. En marzo de 2006, se llegó al acuerdo.
Sin embargo, el debate público continuó. El 27 de marzo
de 2003 los Jefes de Gobierno de los Länder establecieron unas directrices
para encauzar las negociaciones con la Federación. Después
vino la que se conoce como “Declaración de Lübeck”,
el 31 de marzo del 2003, emitida por los Parlamentos de los Länder.
El último en tomar posición fue el gobierno Federal, mediante
un documento del 9 de abril de 2003. A comienzos del verano del 2003 el
asunto llegó finalmente al Bundestag, que como legislador hubiera
resultado enormemente afectado por un eventual acuerdo de los ejecutivos
respecto a una reforma del sistema federal. Münterfering, presidente
del grupo parlamentario del SPD, promovió durante un debate celebrado
en junio de 2003 en el Bundestag la creación de una comisión
constitucional conjunta con el Bundesrat, logrando un consenso con el
resto de los grupos parlamentarios el 8 de julio de 2003. El Bundesrat
se hizo cargo de la iniciativa, lo que, en octubre de 2003, llevó
a la constitución de la Comisión Conjunta de Bundestag y
Bundesrat par la modernización del ordenamiento federal.
De esta forma, el debate llegó a los dos órganos competentes
en la materia, es decir, al poder legislativo, único con capacidad
de modificar la Constitución. Digamos de paso que el mero esbozo
de este proceso incita a la reflexión: aunque nadie dudaba de que
existiese una necesidad imperiosa de actuar en este ámbito de la
política, ¡hubieron de transcurrir cinco años antes
de que los responsables afrontaran tan acuciante cuestión!
Composición, presidencia, método
de trabajo
La Comisión, constituida el 7 de noviembre de 2003, se componía
en su núcleo de 32 miembros, 16 del Bundestag y 16 del Bundesrat
respectivamente, de forma que cada Land envió a un miembro. Únicamente
estos 32 miembros tenían derecho a voto. Cada miembro tenía
un suplente, que también gozaba del derecho de asistir a las sesiones
y tomar la palabra, pero que sólo podía ejercer el derecho
de voto por cada Land.
Los Lánder más pequeños habían depositado
grandes esperanzas en ello, y los más grandes y más fuertes
en prestaciones se habían unido a esta postura para poder alcanzar
una posición común de los Länder. A pesar de fuertes
críticas por parte de los representantes del Bundestag, del Gobierno
Federal y de algunos expertos, no se modificó la situación.
A la vista de esto, resulta casi chocante que el proyecto de propuesta
de los Presidentes de la Comisión previese que se atribuyese a
los Länder competencia para determinar el nivel de la tasa impositiva
en los casos de adquisición de bienes inmuebles. También
se preveía un cambio en el reparto de los ingresos derivados del
impuesto sobre vehículos a motor (para la Federación) y
en el impuesto sobre seguros (para los Länder). En el fondo latía
el deseo de aliviar la nueva regulación aplicable al impuesto sobre
el tráfico privado.
Europa
El mandato de la Comisión consistía en llevar a cabo una
revisión del ordenamiento federal también a la luz de la
evolución ulterior de la Unión Europea. La Comisión
se planteó esta tarea, si bien al final no presentó ninguna
propuesta que pudiese aglutinar un consenso. Los debates con respecto
a esta cuestión tampoco se pueden considerar satisfactorios: sólo
se consiguió unanimidad en el reconocimiento de que es necesario
mejorar la defensa de los derechos que le corresponden a Alemania en Bruselas.
Sobre todo, se trató de mejorar los derechos de participación
de los Länder de conformidad con el art. 23 G. En resumidas cuentas,
se ha consolidado un reparto de papeles: el Gobierno Federal responsabiliza
del mal rendimiento global alemán al derecho de coparticipación
de los Länder (pasando por alto los graves problemas de coordinación
que padece su propia Administración). Muchos diputados del Bundestag
compartían la postura gubernamental, mientras que los Länder
estaban a favor de que se mantuviese el art. 23 en su versión actual.
Lo expertos se mantuvieron inflexibles en su consabida crítica
de la participación de los Länder. La percepción (impregnada
de intereses partidistas) de la realidad de Bruselas y de las carencias
de la representación alemana no fue la más apropiada para
preparar sólidas propuestas de reforma; habría sido posible
y necesario un mayor esfuerzo.
Conclusión
Aquella Comisión que, tras una actividad de 14 meses dejó
un legado de más de 6.000 páginas de documentos y ninguna
propuesta final se sustrae a una valoración de conjunto. Sin embargo,
si se observa con detenimiento una parte esencial de sus deliberaciones,
queda de manifiesto que se ha obtenido un gran volumen de soluciones sustanciales
que no deberían caer en el olvido. La cuestión de la modernización
del ordenamiento federal permanece en la agenda política: la Comisión
ha terminado su labor, pero ha hecho, la solución a dicha cuestión
sólo se ha visto aplazada.
El profesor confiaba que el acuerdo CDU-SPD los desatascara. Al final
se logró en marzo de 2006.
HISTORIA DEL FEDERALISMO ALEMÁN
En el coloquio le pregunté si de la forma como Baviera concordaba
con el Vaticano, sobre todo asuntos educativos, existía la posibilidad
de que en poco tiempo se hiciera lo mismo con las autoridades musulmanas
con objeto de regularizar aspectos importantes de esta religión
cuyos seguidores cada día eran más numerosos. Me contestó
que no tenían interlocutor.
El embajador Busquets nos ofreció un buen almuerzo en el comedor
adornado con pinturas modernas. Durante el almuerzo tuvo lugar la intervención
del ex secretario de estado Braune. Ni en la comida dejaron de hablarnos
de federalismo.
Tras el almuerzo nos llevaron al Museo Pérgamo, que ya conocía
y nada más acabar de nuevo a la embajada para que nos hablasen
de la Reforma del Federalismo a cargo del profesor Meyer de la Universidad
Humboltd de Berlín.
El profesor nos hizo un exhaustivo análisis del federalismo alemán.
La Federación y los Länder
Alemania es un país que, lejos de tener un centro predominante,
cuenta con diversos focos culturales, científicos, educativos,
comerciales e industriales. Esta estructura, que integra muchas otras
características de los Estados federados que la componen, es consecuencia
de un devenir histórico, que, a lo largo de los siglos y hasta
el día de hoy, la ha cuidado y consolidado.
El patrimonio cultural de Alemania, formado por importantes monumentos
y renombradas colecciones de arte que se pueden encontrar por todo el
país, da fe de la ausencia de un centro único de gobierno.
Además, los ciudadanos presentan una acusada conciencia regional.
Un muniqués no se considera únicamente alemán, sino
también bávaro, lo cual para él es, cuando menos,
igual de importante.
Evolución histórica
Mientras que las grandes potencias europeas como Francia, Inglaterra
y España eran Estados nacionales con un gobierno central, el centro
de Europa estaba formado por un mosaico de incluso más de 300 territorios.
No fue hasta el s. XIX que se consiguió modificar ese conglomerado
de pequeños y minúsculos Estados. Después de la Confederación
Germánica, la unión de Estados que se efectuó de
1815 a 1866, y después de un intento infructuoso de establecer
un Estado federal democrático (1848/49), en 1867 se constituyó
la Confederación del Norte de Alemania, el primer Estado federal
alemán. Era un Estado íntegro, con sus competencias propias
y su jefe de gobierno propio, parlamento y maquinaria de gobierno. Cuatro
años más tarde, en 1871, con la admisión de otros
cuatro Estados alemanes del sur, se fundó el Imperio Alemán
o Reich. La unificación constitucional de Alemania adoptó
la forma de un Estado federal bajo el liderazgo de Prusia. Se la conoce
por el nombre de “solución de la pequeña Alemania”
(sin Austria).
El nuevo Imperio Alemán o Reich no era un Estado unitario con
su centro político común, sino una alianza de 22 principados
y tres antiguas ciudades hanseáticas o libres: Bremen, Hamburgo
y Lübeck. A nivel del Reich, el Bundesrat era el órgano representativo
de los Estados federados, que estaban dotados de amplios derechos. Por
lo tanto era, junto a la Presidencia, el órgano supremo del Imperio,
por representar a los reinos, los principados y las tres ciudades libres.
De acuerdo con la Constitución, el cargo supremo recaía
en el rey de Prusia quien, a este fin, ostentaba el título de “Emperador
Alemán” (y no: Emperador de Alemania).
La República de Weimar
El fin de la I Guerra Mundial, en 1918, trajo consigo el fin de las monarquías
en Alemania. La Constitución del Reich del 11 de agosto de 1919
(Constitución de Weimar) estaba basada en la soberanía popular,
pero los Estados federados alemanes, a los que en la Constitución
se aludía simplemente con el nombre de “länder”,
mantenían su condición de república independiente.
Disponían de un organismo que los representaba, el Consejo del
Reich (Reichsrat), que poco podía influir en los inmensos poderes
legislativos del Parlamento del Reich (Reichstag). Con el nacional-socialismo,
de 1933 a 1945, la estructura del Estado federal se fue desmontando paso
a paso, hasta que finalmente se anuló por completo en la práctica,
si bien no tuvo lugar una disolución material de los Estados federados.
Desde 1945 hasta la reunificación
Tras la rendición incondicional y el colapso total del país
en 1945, Alemania fue dividida en cuatro zonas de ocupación: la
americana, la británica, la francesa y la soviética. La
ciudad de Berlín quedó bajo el dominio de estos cuatro poderes.;
las zonas más allá de los ríos Oder y Neisse se escindieron
del Estado alemán, y el Sarre se anexionó al territorio
económico de Francia.
Poco a poco, en Alemania fue surgiendo una nueva vida política
y administrativa en el ámbito de los lánder o Estados federados.
La delimitación de las fronteras entre los länder fue efectuada
por los poderes de ocupación, en ocasiones de modo arbitrario,
mediante el método de la división y disolución sistemática
del Estado prusiano. En los años siguientes, sin embargo, no se
vio cumplida la esperanza de lograr un Estado federal que abarcara toda
Alemania. En 1949 se puso de manifiesto la división de Alemania
al fundarse dos entidades políticas diferentes: la República
Federal de Alemania, formada por las tres zonas de ocupación occidental
y Berlín occidental, y la República Democrática Alemana,
establecida en la zona soviética ya que incluía Berlín
oriental.
La Ley Fundamental de la República Federal de Alemania, del 23
de mayo de 1946, reflejó las consecuencias de la dictadura hitleriana.
El federalismo y sus consecuencia directa, la participación activa
de los Estados federados, pasó a ser un elemento esencial del orden
político. En esta estructura, el Bundesrat tiene una posición
fuerte: es algo más débil que el Bundesrat del Imperio de
1871, pero más fuerte que el Reichstag de la República de
Weimar.
La Constitución de la República Democrática Alemana
del 7 de octubre de 1949 fue al principio la de una federación
formada por los Estados de Brandenburgo, Mecklemburgo, Sajonia, Sajonia-Anhalt
y Turingia, más la zona especial de Berlín este. Pero el
sistema federativo no llegó a consolidarse, sino que pronto fue
abolido por completo. Los Estados federados se disolvieron en 1952, para
ser sustituidos por 14 distritos, que no eran más que las unidades
administrativas en que se dividía un Estado de carácter
centralizado.
La reunificación alemana
En el curso de los acontecimientos históricos que tuvieron lugar
en 1989, la restitución de los cinco antiguos Estados federados
del Este era desde un principio un objetivo político clave. Se
dio preferencia al federalismo, una forma de Estado orientada al ciudadano,
frente al Estado unitario. El 3 de octubre de 1990 la República
Democrática Alemana dejó de existir definitivamente. Los
únicos vestigios que quedan de ella son los Estados federados que
se habían adscrito formalmente a la República Federal de
Alemania el 22 de julio de ese mismo año: Brandenburgo, Mecklemburgo-Pomerania
Occidental, Sajonia, Sajonia-Anhalt y Turingia, además de Berlín
este, que se ha integrado en el nuevo land de Berlín.
Berlín ha vuelto a convertirse en la capital de Alemania, y desde
el 31 de julio de 2000 es la sede del Bundesrat, que se ha trasladado
desde Bonn.
La restauración de la unidad nacional en la República Federal
de Alemania es una gran desafío y una prueba para el principio
asociativo de la solidaridad y el apoyo mutuo, lema del federalismo. Tanto
la Federación como los “viejos länder” han ayudado
y aún apoyan a los “nuevos Bundesländer” proporcionándoles
consejo, ayuda práctica ya recursos financieros, para que puedan
sobrellevar las repercusiones de una dictadura que duró más
de 40 años. Ahora que ya se ha efectuado la reunificación
jurídica, Alemania tiene por delante el desafío de aunarse
de nuevo en los ámbitos intelectual, cultural y económico,
sin perder la diversidad adicional que ha ganado con la llegada de los
nuevos Estados federados.
Como el pasodoble y con la última aceituna en el gaznate, a las
siete de la tarde, en el hotel Regent tuvimos una cena ofrecida por el
presidente del Grupo Parlamentario Hispano-Alemán del Bundestag,
Hartmut Buttner. Este caballero había sido diputado pero ya no
lo era y hasta que no hubiera un nuevo presidente, él continuaba
en ello. Su mujer es de León y él había dejado el
Bundestag para presentarse como candidato en las elecciones de su capital.
BADEN-WUTEMBERG
Casi a las diez llegamos a la sede de la representación de este
importante Land. Un edificio moderno. Pasamos al salón de reuniones.
Me colocaron al lado del ministro y representante del Land, Profesor Wolfang
Reinhart, mientras nos ofrecían un desayuno cargado de platitos
de fritos pequeños y exquisitos. Al lado de los cubiertos un folleto
con indicaciones para el marido, la mujer, los hijos y los suegros sobre
las razones para visitar ese Land. “Once argumentos para convencer
a su esposo…”. Cuando llegué a Bilbao se lo envié
a la Viceconsejera de Turismo por si quisiera hacer una cosa parecida.
Me contestó diciendo que le había parecido muy interesante.
Primero nos explicaron qué era y cómo era su Land. Once
millones de habitantes, son el tercer Land de Alemania y los definen cuatro
elementos: Investigación, ciencia, economía y turismo. Tienen
el 12% de estudiantes extranjeros y allí están la IBM y
la Porsche. Nos dijo que el federalismo está muy arraigado en la
historia alemana, que el federalismo es participación, así
como que en ese momento el 60% de la legislación requiere ser aprobada
por el Bundesrat. Comentó cómo había disminuido el
poder de los parlamentos regionales y que se suele dar que se vote a otro
partido distinto en según qué elecciones. Tienen un presupuesto
de 31.000 millones de euros, 220.000 funcionarios que se llevan el 43%
del presupuesto. Dijo que habían perdido 14 años con la
unificación. Tenían que haber dado vacaciones fiscales a
los Länder del Este para que se hubiera ido allí y se hizo
al revés y esos Länder se vaciaron. Le pregunté por
el ejercicio del derecho de autodeterminación.
BUNDESRAT
Tras este interesante encuentro nos fuimos al Bundesrat que es un antiguo
Palacio Prusiano. Lo han modernizado y conservado cosas de lo anterior
y de su destrucción. Había fotos en los pasillos de cuando
aquello era un centro de ciencia cutre y abandonado. Un centro científico
de la RDA.
Allí nos entrevistamos con la ministra de justicia del Land de
la Baja Sajonia, Elisabeth Heister-Neuman, quien nos dijo que tenía
sólo competencias en prisiones, apenas competencias en legislación
y 7.000 presos. Tenía dientes salidos y una melena a lo Farrah
Fawcett-Mayor. Nos habló del sistema de distribución del
poder.
Terminada la entrevista vimos el hemiciclo del Bundesrat, nos sacamos
la típica foto y de allí al hotel Palace que como hotel
no valía gran cosa, pero como cocina era fantástica ya que
tiene dos estrellas de la guía Michelín.
El almuerzo nos lo ofreció el presidente del Bundesrat, Peter
Harry Carstensen del Land de Schleswig-Holstein, un tipo grande, que le
gusta la agricultura, conoce España, sus amores estaban en España
y en Groenlandia y quería visitar oficialmente Madrid y le pidió
a Rojo poco programa, entrevista con el Rey y buena gastronomía.
Me pusieron al lado de él que me comentó que conocía
también Euzkadi.
REICHSTAG
Por enésima vez, siendo y no siendo Cámara, fuimos al Reichstag,
la inmensa mole con la cúpula de Foster a la que subimos y bajamos
en su espiral. Les dije que la reforma del Senado hubiera sido ponerle
la cúpula. Desde la cúpula se ven abajo a los diputados.
Nos enseñaron la capilla, las paredes con los grafittis de los
soldados rusos, y los grandes pasillos. Fuimos a la tribuna y Rojo se
entrevistó con el presidente Lammert.
En una de las salas del Bundestag nos entrevistamos con Wolfang Bosbach
de la CDU de la que era su jefe adjunto parlamentario y miembro de la
antigua Comisión de Reforma al Federalismo del federalismo. Le
pregunté que si el Bundesrat había nacido en una cena en
1949 y el Bundesrat es una conferencia de presidentes si en una reforma
en profundidad podía suceder que en lugar de ejecutivos estuvieran
representados parlamentarios al igual que el Senado. Me dijo que antes
el Papa se haría protestante.
La eterna pelea entre el Congreso y el Senado.
Al salir seguía sesionando el Bundestag en el hemiciclo. Era curioso
que no todos los diputados tenían pupitre. Desde allí se
veía la sede de la Cancillería, con la escultura de Chillida.
Le llaman al edificio “La Lavadora”. Bastante cansados nos
llevaron al hotel y a las diez fuimos a la Filarmónica de Berlín
donde a sala llena estuvimos en un concierto dirigido por un tipo fornido
de aspecto oriental que se movía con una agilidad extraordinaria.
FEDERALISMO Y SOCIEDAD CIVIL
Tras desayunar, el último día, el 17 de febrero, fuimos
a la embajada donde en su auditórium el profesor Fisher de la Fundación
Bertelsman nos habló del proceso de reforma del federalismo y de
la sociedad civil.
EL ÓRGANO CONSTITUCIONAL FEDERATIVO
El Bundesrat, uno de los cinco órganos constitucionales permanentes
de la República Federal de Alemania junto con el Presidente Federal,
el Bundestag (Parlamento Federal), el gobierno Federal y el Tribunal de
Garantías Constitucionales, constituye el órgano federativo
por ser la representación de los länder. Participa en la toma
de decisiones respecto a la política federal, funcionando como
contrapeso de los órganos políticos centrales, Bundestag
y Gobierno Federal. Por otra parte, es el eslabón que une la Federación
y los länder. La Ley Fundamental delimita su posición y su
función en el artículo 50, que desde 1992, además,
manifiesta expresamente su dimensión política europea: “Los
lánder participarán, por medio del Bundesrat, en la legislación
y en la administración de la Federación y en los asuntos
de la Unión Europea”.
El alcance de esta directriz constitucional sólo llega a comprenderse
teniendo en cuanta su trasfondo: un Estado articulado en Federación
y länder, este es, la variante específica del federalismo
alemán.
El federalismo ha sido y es en Alemania la forma de organización
del Estado. Le confiere unidad y, al mismo tiempo, le pone fronteras internas,
evitando de este modo la exaltación de la idea de unidad. “Todo
poder del Estado emana del pueblo. Este poder es ejercido por el pueblo
mediante elecciones y votaciones y por intermedio de órganos especiales
de los poderes legislativo, ejecutivo y judicial”. (Artículo
20, párrafo 2, Ley Fundamental).
FEDERALISMO: UNIDAD EN LA DIVERSIDAD
El término “federalismo” deriva del vocablo latino
“foedus”, traducible por alianza o acuerdo. Así pues,
“federalismo” denota un Estado federal logrado mediante un
acuerdo, es decir, la unión de diversos Estados miembro en una
federación cuyos miembros mantienen la cualidad de Estado que les
es propia. Un polo opuesto de este modelo es el Estado unitario, que no
conoce partes jurídicamente independientes. El otro polo opuesto
sería la confederación de Estados. Se trata de una alianza
jurídico internacional cuyos Estados miembro mantienen una gran
independencia: la unión de todos ellos no constituye un Estado.
La Confederación Germánica de 1815 a 1866 es buen ejemplo
de ello. En el modelo de Estado federal, el propio Estado debe tener competencia
sobre asuntos que, en interés del pueblo, han de ser tratados de
manera igualitaria. Así, en este modelo hay mucho de unitario,
pero también muchas cosas son diversas. La norma elemental de cualquier
Estado federal auténtico reza: “unidad en la diversidad”.
Este principio básico es declarado inviolable e inmutable en la
Ley Fundamental. El artículo 79, párrafo 3 determina: “No
está permitida ninguna modificación de la presente Ley Fundamental
que afecte la organización de la Federación en länder,
o el principio de los Länder en la legislación, o los principios
enunciados en los artículos 1 y 20”.
Mientras tenga vigencia la Ley Fundamental, por consiguiente, ha de mantenerse
la estructura federativa. Esto no quiere decir que no sea necesario reflexionar
sobre qué sentido y qué finalidad tiene el federalismo.
Muy al contrario, no le haría ningún bien ser considerado
sencillamente “inmutable”.
En 1949, el Consejo Parlamentario se decidió por el principio
del Estado federativo, que supone una doble división de los poderes:
a mayores de la división clásica en poderes legislativo,
ejecutivo y judicial (división horizontal de poderes), se da una
división entre Federación y länder (división
vertical de poderes). Con este doble reparto de los poderes se evita de
forma efectiva que tenga lugar un abuso de competencias.
Pero ningún modelo de Estado es perfecto, a no ser en teoría.
Por ello se deben sopesar sus ventajas y sus inconvenientes. En la democracia
tiene una importancia crucial la respuesta a la sencilla pregunta: ¿De
qué le sirve esto al ciudadano? Lo que importa es él, y
no crear aparato estatal rápido y efectivo.
VENTAJAS DEL ESTADO FEDERAL FRENTE AL ESTADO
UNITARIO
• Reparto de poderes
Al clásico reparto horizontal de poderes (legislativo, ejecutivo,
judicial) se le suma, en el modelo político federal, un reparto
vertical de poderes entre el Estado federal y los estados miembros. Repartir
los poderes es controlarlos y evitar su abuso.
• Más democracia
Un Estado articulado en entidades políticas menores fomenta la
participación activa de sus miembros, ya que les permite obtener
una clara visión de conjunto y comprender el quehacer político
del estado. Además, el ciudadano puede ejercer su derecho al voto,
el derecho intrínseco a la democracia, doblemente, puesto que en
la forma de Estado federal se vota al parlamento del Estado federal y
a los Estados miembro.
• Alternancia en el liderazgo
Los partidos políticos tienen la oportunidad de alternar y competir
entre ellos, puesto que, a pesar de representar a una minoría en
el Estado federal, tienen toda la responsabilidad política en los
Estados miembro. De este modo ponen a prueba y demuestran su capacidad
de actuación y de liderazgo.
• Proximidad a los problemas
En el modelo federal, los órganos públicos están
más cerca de los problemas regionales que en el Estado unitario.
No hay provincias lejanas u olvidadas.
• Proximidad al ciudadano
El ciudadano tiene un corto camino que recorrer hasta los organismos
públicos. Tiene más oportunidades de tomar contacto con
los políticos o los organismo que en el Estado unitario, con su
administración central, lejana y anónima.
• Competencia
Los Estados miembro compiten necesariamente entre ellos. Y la competencia
estimula. El intercambio de experiencias fomenta el progreso y contribuye
a evitar fracasos en los procesos políticos a nivel estatal.
• Equilibrio
El control recíproco, la toma en consideración de los otros
Estados miembro y la necesidad de hacer concesiones evitan, o cuando menos
dificultan, las posiciones extremas. El federalismo actúa de forma
redistribuidora y, por consiguiente, estabiliza.
ENTREVISTA CON EL MINISTRO WOLFANG SCHAUBLE
Nos trasladamos al ministerio del Interior. Llegó Schauble con
su silla de ruedas. Se sacó la foto con Rojo. La silla para éste
estaba preparada. Un cuadro al fondo.
En ese momento preparaban el Mundial de Fútbol. Le pregunté
por las competencias de las policías federales y si estas estaban
en Schengen. Me dijo que no. El staff no tenía nada que ver con
el staff de Corcuera. Parecían rectores de universidad, no policías.
A Schauble, la canciller no le candidateó para presidente de la
República y eso le molestó, pero ahora era el ministro más
poderoso de Alemania.
Volvimos a la embajada donde el embajador encargó organizar un
almuerzo que se hizo en tiempo y hora mientras los demás fumaban,
hablaban o arreglábamos el mundo. El responsable de prensa me hablaba
de la transición y creía que yo había estado desde
comienzo de la misma en el Congreso.
Comimos Vieiras, lomo de cordero y panacota. Un Pesquera crianza y un
Murrieta nos permitió despedirnos por todo lo alto de aquella embajada
con aspecto del tercer Reich por fuera y agradable contenido interno.
Pero no acabó todo allí, porque nos volvieron a meter otro
tute. Fue el ir al parlamento de Berlín, antiguo parlamento prusiano,
donde nos recibió el Presidente y la Mesa de la Cámara.
Vuelta a hablar de las competencias de uno y otro.
Terminada la visita para Zubia y para mí acabó la estancia
en Berlín. Nos llevaron al aeropuerto de Tempelhof en el centro
de Berlín y de allí salimos hacia Bruselas. De Bruselas
a Bilbao en un viaje ventoso que acabó bien.
LA REFORMA
A los pocos días aparecía en la prensa la reforma a la
que había llegado la Gran Coalición.
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