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VISITANDO EL BUNDESRAT

14 a 17 de Febrero de 2006

Del 14 de febrero al 17 de febrero de 2006, una delegación de la Mesa y Portavoces del Senado visitamos Berlín para conocer una vez más qué se cocinaba con la tan manoseada reforma que los alemanes como consecuencia del acuerdo CDU-SPD, la Grosse Coalition, iban a emprender.

Viajábamos en una semana sin pleno presididos por Javier Rojo que ese día había estado en el Tribunal Constitucional en un acto en que se recordaba el décimo aniversario del asesinato de su presidente, Tomás y Valiente. A dicho acto fue Zapatero, aunque no así al de Valencia en el que la Víctimas del Terrorismo celebraban asimismo una reunión con presencia de Felipe de Borbón y de Peces Barba, que anunció su retirada de la escena para después del verano. La no presencia de Zapatero en Valencia fue muy criticada. Eran días en los que Enrique Múgica hablaba de que el diálogo con ETA debería ser el de la escoba con la basura y de que en Valencia se le pidiera al gobierno no negociara con la organización terrorista ya que el presidente del gobierno había dicho en una solemne rueda de prensa en Moncloa que se iba a iniciar el principio del fin de la violencia.

Eso tenía de los nervios al PP que andaba de ciudad en ciudad abriendo mesas petitorias con firmas solicitando un referéndum sobre la unidad de España al parecer amenazada por el Estatut, mientras ETA volvía a poner bombas en Urdax y en Trápaga.

Ese martes había estado en el desayuno organizado por el Forum Europa para escuchar al profesor Romano Prodi en plena campaña electoral italiana. El hombre me decepcionó. Habló en inglés, con un tono y unas pausas y lentitud insufribles. Pobre Italia, que tiene que elegir entre un personaje como Berlusconi y otro como Prodi. De todas maneras a ese desayuno había ido Josu Jon Imaz, ya que Prodi es uno de los inspiradores del Partido Demócrata Europeo, cuyas bases de actuación entregué una hora después al alcalde de Chacao (Caracas), Leopoldo López, que tres días antes había vivido una desagradable experiencia de matonismo político en una Universidad venezolana por parte del chavismo.

De la Mesa del Senado fuimos a Berlín, inaugurando la Sala de Autoridades de la nueva Terminal T-4, que es espectacular, Rojo, Caneda y yo y como portavoces, García Escudero, Nacho Sáenz, Macias, Bonet y Mur. Del staff, Ana Álvarez, Rosa Orozco, Eli Hernández, Kiko Tomás y Valiente, que ese día había tenido el acto de recuerdo de su padre y había intervenido diciendo que no se manipulara a las víctimas y un Paco Peña al que la delegación vasca de los años del gobierno de Felipe González, que negociaba con él, llamaba Paco España por su rabiosa españolidad y centralismo. Me dijo que era uno de los cuadros de la UGT que Alfonso Guerra pasó en 1982 al gobierno y que el día de la victoria socialista en 1982 apareció bajo una farola borracho y con la bandera republicana. Hablando en el viaje y cuando le dije que debería escribir sus memorias me contó cómo siendo ministro de Administraciones Públicas Juan Manuel Egiagaray le visitó Aznar que era presidente de Castilla León y al que no le importaba para nada las carpetas que habían preparado para la reunión sino, en un aparte, le planteó exclusivamente a Egiagaray que le gestionara una reunión con foto en Moncloa con Felipe González.

En Berlín estaba en pleno auge “La Berlinale”, viajamos con Ángela Molina, y no se si porque Rojo no quería hablar de ETA o porque a los periodistas españoles no les interesaba nuestra presencia el caso es que se suspendió un encuentro con la prensa hispana ya que ese día no se qué había en la muestra berlinesa y el encargado de prensa de la embajada nos dijo que era una temeridad tener un encuentro con gente tan “altamente motivada”.

DIEZ VECES EN BERLIN

Hay que señalar que el embajador Gabriel Busquets y el ministro consejero Pedro Villena nos trataron muy bien, con gran profesionalidad y eficacia y que el hotel donde estuvimos alojados, el Adlon Kempinski, junto a la puerta de Branderburgo era sensacional por sus maderas y elegante sobriedad. Un día, en el desayuno, le vimos a Hans Dietrich Genscher desayunando con su mujer. Al hombre se le ve cascado pero tenía una jersey de un vivo color rojizo y al parecer comienza a prodigarse en conferencias y declaraciones.

Nos desplazamos a los sitios en una furgoneta negra y las únicas concesiones a algo distinto al Bundesrat fue visitar el museo Pérgamo, que sigue en su renovación y cuyo guía argentino nos habló de Babilonia y de la ciudad en media hora diciendo que todo eso debería estar en su sitio, pero si se devolviera él se quedaría sin trabajo y un concierto en la Filarmónica de Berlín con un director chino o coreano muy enérgico. Eso fue todo. El resto puro palo bundesratiano.

Nunca en un viaje había estado tan enclaustrado como en esta ocasión. La primera vez que viajé a Berlín había sido en tiempos de un Franco moribundo, en octubre de 1975 para asistir a un curso organizado por la CDU junto al Muro para que viéramos aquello. Habíamos pasado a la Alemania del Este y visitado el monumento a la Madre Rusa. El segundo de 1978 con Arzalluz, Garaikoetxea y Olabarri, cuando se hablaba del derecho de autodeterminación. Cuando cayó el muro allí estuve en el Reichstag pasando ya al otro lado y comprando trozos del Muro. En otra oportunidad con la IDC, hablando con Calvani y Napoleón Duarte. Con Xabier Arzalluz, José M. Etxebarria, María Jesús Vergara y Zalbidegoitia tras un congreso en Varsovia. Cinco veces pues con la DC, con Muro y sin él. Las otras cinco restantes con el parlamento. La primera de ella habría que decir que más bien con la embajada de Estados Unidos. Resulta que se negociaba la continuidad o no de las bases militares en España y la embajada norteamericana nos invitó a visitar una serie de bases en Europa. Recuerdo bien la de Bitburg y alguna más con final en Berlín, un día de una impresionante nevada. El resto con la Unión Interparlamentaria con visita a un bunker. La otra visita a Dresde y Berlín. Y la anterior a ésta con Trillo como presidente del Congreso con noche en Postdam en el hotel donde se celebró la conferencia de la partición de Europa en 1945 y esta última con Rojo a visitar el Bundesrat. Diez veces en Berlín lamentando ahora no haber hecho un detallado diagnóstico de cuáles eran los problemas del momento. Con Muro y si él.

EN LA EMBAJADA

La embajada de España en Berlín fue edificada entre 1938 y 1943. Los planes de remodelación urbanística de Albert Speer incluían una operación de canje del inmueble, por lo que, a cambio del Palacio Tiele-Winkler, sede anterior de la representación diplomática en Berlín, España recibía una parcela y su correspondiente edificio en el barrio de Tiergarten. El edificio sufrió importantes daños tras un bombardeo durante la guerra y tuvo que ser abandonado. Tras la decisión del Parlamento alemán de trasladar la capital a Berlín, el gobierno español decidió reconstruir completamente el edificio.

Inaugurado por Aznar, es un mamotreto grande y costoso con todo el olor de la arquitectura nazi aunque por dentro se hayan gastado un pastón y está cómodo y funcional.

En este edificio tuvimos cuatro reuniones de trabajo en el auditórium. He de decir que todos estuvimos en las reuniones, preguntamos y nos interesamos tanto por el federalismo alemán que éste nos salía ya por las orejas. Con buena traducción simultánea el primer día tuvo una quinta intervención en la comida oficial que nos organizó el embajador, almuerzo por cierto, con una cocina fina hecha por un gallego: volovanes, lomo de ternera y variación de mousse. Un Luis Cañas reserva 1998 completaron un buen almuerzo que terminó con la entrega de la dichosa polvera al embajador que estuvo atento y discreto. Amigo de Moratinos, Busquets había sido embajador en Irán y me comentó la importante manifestación ante la embajada danesa que habían organizado los turcos a cuenta de las caricaturas de Mahoma y de la que se preveía para el sábado, día siguiente de nuestra salida, a cuanta de algunos vascos con apoyo de grupos verdes y de extrema izquierda en protesta por el sumario 18/98. No le dio la menor importancia.

ESTRUCTURA Y MISIONES DEL BUNDESRAT

Este fue el título de la intervención del Director del Bundesrat, Dirk Brouer, un tipo grande y con barba recortada. Había sido juez de lo contencioso. Hizo mucho hincapié en que las competencias las tenían los Länder y nos explicó el poder legislativo excluyente, el concurrente y la legislación marco. Trabajan 200 personas aunque carecen de departamento de estudios. Le pregunté si los Land podían organizar referendums, quién era el convocante y quién era el votante.

EL PLENO Y SUS MIEMBROS

El Bundesrat está constituido por miembros de los Gobiernos de los länder, es decir, a él sólo puede pertenecer quien tenga un escaño en el Gobierno del land. El propio Gobierno decide cuáles de sus miembros son enviados al Bundesrat. Cada land sólo puede, por lo tanto, nombrar miembros del Bundesrat a tantos miembros de su propio Gobierno regional como votos tenga en el Bundesrat.

Es habitual que los restantes miembros del Gobierno del land sean nombrados miembros suplentes del Bundesrat. Así, en la práctica todos los miembros de los Gobiernos de los länder pertenecen al Bundesrat.

Como no hay elecciones al Bundesrat, éste no está sujeto a períodos legislativos. Desde el punto de vista del derecho constitucional, es un órgano permanente que se renueva sobre la base de las elecciones a los parlamentos de los länder. Dichas elecciones, que tienen lugar en fechas muy diversas, adquieren de este modo transcendencia federal, ya que los votantes, al elegir el parlamento y el gobierno de los länder, indirectamente están determinando quién representará en adelante a su land en el Bundesrat.

REPARTO DE VOTOS DE LOS LÄNDER

La presencia de los respectivos länder en el Bundesrat se rige por el número de habitantes: cada land cuenta por lo menos con tres votos; los länder con más de dos millones de habitantes tienen cuatro; los länder que tiene más de seis millones, cinco y los de más de siete millones de habitantes, seis votos. Renania del Norte-Westfalia, Baviera, Baden-Wurtemberg y Baja Sajonia tienen seis votos. Hesse, Sajonia, Renania-Palatinado, Berlín, Sajonia-Anhalt, Turingia, Brandenburgo y Schleswig-Holstein tienen cuatro. Mecklemburgo-Pomerania Occidental, Hamburgo, Sarre y Bremen tienen tres votos cada uno.
En total, el Bundesrat tiene 69 miembros y otros tantos votos. Para obtener la mayoría absoluta se requieren, pues, 35 votos; para la mayoría de dos tercios exigida en caso de reformas constitucionales, 46 votos.

Los votos de cada land (sí, no o abstención) sólo se pueden emitir en bloque, es decir, no es posible que cada miembro emita un voto distinto de los otros representantes de su mismo land. Cada Gobierno de los länder acuerda, antes de que se vote en el Bundesrat, la posición que en él han de tomar sus representantes. En la práctica, en el Bundesrat da voto a un solo miembro por cada land. Éste emite el voto en nombre de todos, aun cuando aparte de él no asista a la sesión ningún otro representante de sus land. En las votaciones, pues, los miembros del Bundesrat están supeditados a las decisiones tomadas por sus respectivos gobiernos regionales. En el Bundesrat no se expresa libremente la voluntad de cada miembro a título individual, sino la del land. De este modo, la pertenencia al Bundesrat no es un mandato libre, pero tampoco un mandato imperativo. Los miembros del Bundesrat no ejecutan instrucciones u órdenes ajenas a ellos, sino que actúan de acuerdo con una línea elaborada previamente por el gobierno del land, al que ellos mismos pertenecen.

LA REFORMA DEL FEDERALISMO ALEMÁN

La segunda reunión con el consabido coloquio estuvo a cargo de Horst Risse, secretario de la extinta Comisión de Reforma del Federalismo del Bundesrat.

Este profesor no dio cuenta del que habían sido sus trabajos y de los traqueteos de una Comisión que iba a desatascarse tras el acuerdo ente el SPD y la CDU.

La primera propuesta para llevar a cabo un esfuerzo institucional ambicioso a favor de una reforma la promovió el entonces Presidente de Hesse, Eichel, en su discurso de investidura como Presidente del Bundesrat en 1998. Poco después, la conferencia de Presidentes de los Länder asumió la cuestión, que tras una consideración interna de los Länder desembocó a partir de 2002 en unas negociaciones con el Gobierno Federal. Estas negociaciones deberían haber concluido a finales del año 2003. La opinión pública apenas tuvo noticia de dichas conversaciones, y no parece que produjesen ningún resultado concreto. En marzo de 2006, se llegó al acuerdo.

Sin embargo, el debate público continuó. El 27 de marzo de 2003 los Jefes de Gobierno de los Länder establecieron unas directrices para encauzar las negociaciones con la Federación. Después vino la que se conoce como “Declaración de Lübeck”, el 31 de marzo del 2003, emitida por los Parlamentos de los Länder. El último en tomar posición fue el gobierno Federal, mediante un documento del 9 de abril de 2003. A comienzos del verano del 2003 el asunto llegó finalmente al Bundestag, que como legislador hubiera resultado enormemente afectado por un eventual acuerdo de los ejecutivos respecto a una reforma del sistema federal. Münterfering, presidente del grupo parlamentario del SPD, promovió durante un debate celebrado en junio de 2003 en el Bundestag la creación de una comisión constitucional conjunta con el Bundesrat, logrando un consenso con el resto de los grupos parlamentarios el 8 de julio de 2003. El Bundesrat se hizo cargo de la iniciativa, lo que, en octubre de 2003, llevó a la constitución de la Comisión Conjunta de Bundestag y Bundesrat par la modernización del ordenamiento federal.

De esta forma, el debate llegó a los dos órganos competentes en la materia, es decir, al poder legislativo, único con capacidad de modificar la Constitución. Digamos de paso que el mero esbozo de este proceso incita a la reflexión: aunque nadie dudaba de que existiese una necesidad imperiosa de actuar en este ámbito de la política, ¡hubieron de transcurrir cinco años antes de que los responsables afrontaran tan acuciante cuestión!

Composición, presidencia, método de trabajo

La Comisión, constituida el 7 de noviembre de 2003, se componía en su núcleo de 32 miembros, 16 del Bundestag y 16 del Bundesrat respectivamente, de forma que cada Land envió a un miembro. Únicamente estos 32 miembros tenían derecho a voto. Cada miembro tenía un suplente, que también gozaba del derecho de asistir a las sesiones y tomar la palabra, pero que sólo podía ejercer el derecho de voto por cada Land.

Los Lánder más pequeños habían depositado grandes esperanzas en ello, y los más grandes y más fuertes en prestaciones se habían unido a esta postura para poder alcanzar una posición común de los Länder. A pesar de fuertes críticas por parte de los representantes del Bundestag, del Gobierno Federal y de algunos expertos, no se modificó la situación. A la vista de esto, resulta casi chocante que el proyecto de propuesta de los Presidentes de la Comisión previese que se atribuyese a los Länder competencia para determinar el nivel de la tasa impositiva en los casos de adquisición de bienes inmuebles. También se preveía un cambio en el reparto de los ingresos derivados del impuesto sobre vehículos a motor (para la Federación) y en el impuesto sobre seguros (para los Länder). En el fondo latía el deseo de aliviar la nueva regulación aplicable al impuesto sobre el tráfico privado.

Europa

El mandato de la Comisión consistía en llevar a cabo una revisión del ordenamiento federal también a la luz de la evolución ulterior de la Unión Europea. La Comisión se planteó esta tarea, si bien al final no presentó ninguna propuesta que pudiese aglutinar un consenso. Los debates con respecto a esta cuestión tampoco se pueden considerar satisfactorios: sólo se consiguió unanimidad en el reconocimiento de que es necesario mejorar la defensa de los derechos que le corresponden a Alemania en Bruselas.

Sobre todo, se trató de mejorar los derechos de participación de los Länder de conformidad con el art. 23 G. En resumidas cuentas, se ha consolidado un reparto de papeles: el Gobierno Federal responsabiliza del mal rendimiento global alemán al derecho de coparticipación de los Länder (pasando por alto los graves problemas de coordinación que padece su propia Administración). Muchos diputados del Bundestag compartían la postura gubernamental, mientras que los Länder estaban a favor de que se mantuviese el art. 23 en su versión actual. Lo expertos se mantuvieron inflexibles en su consabida crítica de la participación de los Länder. La percepción (impregnada de intereses partidistas) de la realidad de Bruselas y de las carencias de la representación alemana no fue la más apropiada para preparar sólidas propuestas de reforma; habría sido posible y necesario un mayor esfuerzo.

Conclusión

Aquella Comisión que, tras una actividad de 14 meses dejó un legado de más de 6.000 páginas de documentos y ninguna propuesta final se sustrae a una valoración de conjunto. Sin embargo, si se observa con detenimiento una parte esencial de sus deliberaciones, queda de manifiesto que se ha obtenido un gran volumen de soluciones sustanciales que no deberían caer en el olvido. La cuestión de la modernización del ordenamiento federal permanece en la agenda política: la Comisión ha terminado su labor, pero ha hecho, la solución a dicha cuestión sólo se ha visto aplazada.

El profesor confiaba que el acuerdo CDU-SPD los desatascara. Al final se logró en marzo de 2006.

HISTORIA DEL FEDERALISMO ALEMÁN

En el coloquio le pregunté si de la forma como Baviera concordaba con el Vaticano, sobre todo asuntos educativos, existía la posibilidad de que en poco tiempo se hiciera lo mismo con las autoridades musulmanas con objeto de regularizar aspectos importantes de esta religión cuyos seguidores cada día eran más numerosos. Me contestó que no tenían interlocutor.

El embajador Busquets nos ofreció un buen almuerzo en el comedor adornado con pinturas modernas. Durante el almuerzo tuvo lugar la intervención del ex secretario de estado Braune. Ni en la comida dejaron de hablarnos de federalismo.

Tras el almuerzo nos llevaron al Museo Pérgamo, que ya conocía y nada más acabar de nuevo a la embajada para que nos hablasen de la Reforma del Federalismo a cargo del profesor Meyer de la Universidad Humboltd de Berlín.

El profesor nos hizo un exhaustivo análisis del federalismo alemán.

La Federación y los Länder

Alemania es un país que, lejos de tener un centro predominante, cuenta con diversos focos culturales, científicos, educativos, comerciales e industriales. Esta estructura, que integra muchas otras características de los Estados federados que la componen, es consecuencia de un devenir histórico, que, a lo largo de los siglos y hasta el día de hoy, la ha cuidado y consolidado.

El patrimonio cultural de Alemania, formado por importantes monumentos y renombradas colecciones de arte que se pueden encontrar por todo el país, da fe de la ausencia de un centro único de gobierno. Además, los ciudadanos presentan una acusada conciencia regional. Un muniqués no se considera únicamente alemán, sino también bávaro, lo cual para él es, cuando menos, igual de importante.

Evolución histórica

Mientras que las grandes potencias europeas como Francia, Inglaterra y España eran Estados nacionales con un gobierno central, el centro de Europa estaba formado por un mosaico de incluso más de 300 territorios. No fue hasta el s. XIX que se consiguió modificar ese conglomerado de pequeños y minúsculos Estados. Después de la Confederación Germánica, la unión de Estados que se efectuó de 1815 a 1866, y después de un intento infructuoso de establecer un Estado federal democrático (1848/49), en 1867 se constituyó la Confederación del Norte de Alemania, el primer Estado federal alemán. Era un Estado íntegro, con sus competencias propias y su jefe de gobierno propio, parlamento y maquinaria de gobierno. Cuatro años más tarde, en 1871, con la admisión de otros cuatro Estados alemanes del sur, se fundó el Imperio Alemán o Reich. La unificación constitucional de Alemania adoptó la forma de un Estado federal bajo el liderazgo de Prusia. Se la conoce por el nombre de “solución de la pequeña Alemania” (sin Austria).

El nuevo Imperio Alemán o Reich no era un Estado unitario con su centro político común, sino una alianza de 22 principados y tres antiguas ciudades hanseáticas o libres: Bremen, Hamburgo y Lübeck. A nivel del Reich, el Bundesrat era el órgano representativo de los Estados federados, que estaban dotados de amplios derechos. Por lo tanto era, junto a la Presidencia, el órgano supremo del Imperio, por representar a los reinos, los principados y las tres ciudades libres. De acuerdo con la Constitución, el cargo supremo recaía en el rey de Prusia quien, a este fin, ostentaba el título de “Emperador Alemán” (y no: Emperador de Alemania).

La República de Weimar

El fin de la I Guerra Mundial, en 1918, trajo consigo el fin de las monarquías en Alemania. La Constitución del Reich del 11 de agosto de 1919 (Constitución de Weimar) estaba basada en la soberanía popular, pero los Estados federados alemanes, a los que en la Constitución se aludía simplemente con el nombre de “länder”, mantenían su condición de república independiente. Disponían de un organismo que los representaba, el Consejo del Reich (Reichsrat), que poco podía influir en los inmensos poderes legislativos del Parlamento del Reich (Reichstag). Con el nacional-socialismo, de 1933 a 1945, la estructura del Estado federal se fue desmontando paso a paso, hasta que finalmente se anuló por completo en la práctica, si bien no tuvo lugar una disolución material de los Estados federados.

Desde 1945 hasta la reunificación

Tras la rendición incondicional y el colapso total del país en 1945, Alemania fue dividida en cuatro zonas de ocupación: la americana, la británica, la francesa y la soviética. La ciudad de Berlín quedó bajo el dominio de estos cuatro poderes.; las zonas más allá de los ríos Oder y Neisse se escindieron del Estado alemán, y el Sarre se anexionó al territorio económico de Francia.

Poco a poco, en Alemania fue surgiendo una nueva vida política y administrativa en el ámbito de los lánder o Estados federados. La delimitación de las fronteras entre los länder fue efectuada por los poderes de ocupación, en ocasiones de modo arbitrario, mediante el método de la división y disolución sistemática del Estado prusiano. En los años siguientes, sin embargo, no se vio cumplida la esperanza de lograr un Estado federal que abarcara toda Alemania. En 1949 se puso de manifiesto la división de Alemania al fundarse dos entidades políticas diferentes: la República Federal de Alemania, formada por las tres zonas de ocupación occidental y Berlín occidental, y la República Democrática Alemana, establecida en la zona soviética ya que incluía Berlín oriental.

La Ley Fundamental de la República Federal de Alemania, del 23 de mayo de 1946, reflejó las consecuencias de la dictadura hitleriana. El federalismo y sus consecuencia directa, la participación activa de los Estados federados, pasó a ser un elemento esencial del orden político. En esta estructura, el Bundesrat tiene una posición fuerte: es algo más débil que el Bundesrat del Imperio de 1871, pero más fuerte que el Reichstag de la República de Weimar.
La Constitución de la República Democrática Alemana del 7 de octubre de 1949 fue al principio la de una federación formada por los Estados de Brandenburgo, Mecklemburgo, Sajonia, Sajonia-Anhalt y Turingia, más la zona especial de Berlín este. Pero el sistema federativo no llegó a consolidarse, sino que pronto fue abolido por completo. Los Estados federados se disolvieron en 1952, para ser sustituidos por 14 distritos, que no eran más que las unidades administrativas en que se dividía un Estado de carácter centralizado.

La reunificación alemana

En el curso de los acontecimientos históricos que tuvieron lugar en 1989, la restitución de los cinco antiguos Estados federados del Este era desde un principio un objetivo político clave. Se dio preferencia al federalismo, una forma de Estado orientada al ciudadano, frente al Estado unitario. El 3 de octubre de 1990 la República Democrática Alemana dejó de existir definitivamente. Los únicos vestigios que quedan de ella son los Estados federados que se habían adscrito formalmente a la República Federal de Alemania el 22 de julio de ese mismo año: Brandenburgo, Mecklemburgo-Pomerania Occidental, Sajonia, Sajonia-Anhalt y Turingia, además de Berlín este, que se ha integrado en el nuevo land de Berlín.

Berlín ha vuelto a convertirse en la capital de Alemania, y desde el 31 de julio de 2000 es la sede del Bundesrat, que se ha trasladado desde Bonn.

La restauración de la unidad nacional en la República Federal de Alemania es una gran desafío y una prueba para el principio asociativo de la solidaridad y el apoyo mutuo, lema del federalismo. Tanto la Federación como los “viejos länder” han ayudado y aún apoyan a los “nuevos Bundesländer” proporcionándoles consejo, ayuda práctica ya recursos financieros, para que puedan sobrellevar las repercusiones de una dictadura que duró más de 40 años. Ahora que ya se ha efectuado la reunificación jurídica, Alemania tiene por delante el desafío de aunarse de nuevo en los ámbitos intelectual, cultural y económico, sin perder la diversidad adicional que ha ganado con la llegada de los nuevos Estados federados.

Como el pasodoble y con la última aceituna en el gaznate, a las siete de la tarde, en el hotel Regent tuvimos una cena ofrecida por el presidente del Grupo Parlamentario Hispano-Alemán del Bundestag, Hartmut Buttner. Este caballero había sido diputado pero ya no lo era y hasta que no hubiera un nuevo presidente, él continuaba en ello. Su mujer es de León y él había dejado el Bundestag para presentarse como candidato en las elecciones de su capital.

BADEN-WUTEMBERG

Casi a las diez llegamos a la sede de la representación de este importante Land. Un edificio moderno. Pasamos al salón de reuniones. Me colocaron al lado del ministro y representante del Land, Profesor Wolfang Reinhart, mientras nos ofrecían un desayuno cargado de platitos de fritos pequeños y exquisitos. Al lado de los cubiertos un folleto con indicaciones para el marido, la mujer, los hijos y los suegros sobre las razones para visitar ese Land. “Once argumentos para convencer a su esposo…”. Cuando llegué a Bilbao se lo envié a la Viceconsejera de Turismo por si quisiera hacer una cosa parecida. Me contestó diciendo que le había parecido muy interesante.

Primero nos explicaron qué era y cómo era su Land. Once millones de habitantes, son el tercer Land de Alemania y los definen cuatro elementos: Investigación, ciencia, economía y turismo. Tienen el 12% de estudiantes extranjeros y allí están la IBM y la Porsche. Nos dijo que el federalismo está muy arraigado en la historia alemana, que el federalismo es participación, así como que en ese momento el 60% de la legislación requiere ser aprobada por el Bundesrat. Comentó cómo había disminuido el poder de los parlamentos regionales y que se suele dar que se vote a otro partido distinto en según qué elecciones. Tienen un presupuesto de 31.000 millones de euros, 220.000 funcionarios que se llevan el 43% del presupuesto. Dijo que habían perdido 14 años con la unificación. Tenían que haber dado vacaciones fiscales a los Länder del Este para que se hubiera ido allí y se hizo al revés y esos Länder se vaciaron. Le pregunté por el ejercicio del derecho de autodeterminación.

BUNDESRAT

Tras este interesante encuentro nos fuimos al Bundesrat que es un antiguo Palacio Prusiano. Lo han modernizado y conservado cosas de lo anterior y de su destrucción. Había fotos en los pasillos de cuando aquello era un centro de ciencia cutre y abandonado. Un centro científico de la RDA.

Allí nos entrevistamos con la ministra de justicia del Land de la Baja Sajonia, Elisabeth Heister-Neuman, quien nos dijo que tenía sólo competencias en prisiones, apenas competencias en legislación y 7.000 presos. Tenía dientes salidos y una melena a lo Farrah Fawcett-Mayor. Nos habló del sistema de distribución del poder.

Terminada la entrevista vimos el hemiciclo del Bundesrat, nos sacamos la típica foto y de allí al hotel Palace que como hotel no valía gran cosa, pero como cocina era fantástica ya que tiene dos estrellas de la guía Michelín.

El almuerzo nos lo ofreció el presidente del Bundesrat, Peter Harry Carstensen del Land de Schleswig-Holstein, un tipo grande, que le gusta la agricultura, conoce España, sus amores estaban en España y en Groenlandia y quería visitar oficialmente Madrid y le pidió a Rojo poco programa, entrevista con el Rey y buena gastronomía. Me pusieron al lado de él que me comentó que conocía también Euzkadi.

REICHSTAG

Por enésima vez, siendo y no siendo Cámara, fuimos al Reichstag, la inmensa mole con la cúpula de Foster a la que subimos y bajamos en su espiral. Les dije que la reforma del Senado hubiera sido ponerle la cúpula. Desde la cúpula se ven abajo a los diputados. Nos enseñaron la capilla, las paredes con los grafittis de los soldados rusos, y los grandes pasillos. Fuimos a la tribuna y Rojo se entrevistó con el presidente Lammert.

En una de las salas del Bundestag nos entrevistamos con Wolfang Bosbach de la CDU de la que era su jefe adjunto parlamentario y miembro de la antigua Comisión de Reforma al Federalismo del federalismo. Le pregunté que si el Bundesrat había nacido en una cena en 1949 y el Bundesrat es una conferencia de presidentes si en una reforma en profundidad podía suceder que en lugar de ejecutivos estuvieran representados parlamentarios al igual que el Senado. Me dijo que antes el Papa se haría protestante.

La eterna pelea entre el Congreso y el Senado.

Al salir seguía sesionando el Bundestag en el hemiciclo. Era curioso que no todos los diputados tenían pupitre. Desde allí se veía la sede de la Cancillería, con la escultura de Chillida. Le llaman al edificio “La Lavadora”. Bastante cansados nos llevaron al hotel y a las diez fuimos a la Filarmónica de Berlín donde a sala llena estuvimos en un concierto dirigido por un tipo fornido de aspecto oriental que se movía con una agilidad extraordinaria.

FEDERALISMO Y SOCIEDAD CIVIL

Tras desayunar, el último día, el 17 de febrero, fuimos a la embajada donde en su auditórium el profesor Fisher de la Fundación Bertelsman nos habló del proceso de reforma del federalismo y de la sociedad civil.

EL ÓRGANO CONSTITUCIONAL FEDERATIVO

El Bundesrat, uno de los cinco órganos constitucionales permanentes de la República Federal de Alemania junto con el Presidente Federal, el Bundestag (Parlamento Federal), el gobierno Federal y el Tribunal de Garantías Constitucionales, constituye el órgano federativo por ser la representación de los länder. Participa en la toma de decisiones respecto a la política federal, funcionando como contrapeso de los órganos políticos centrales, Bundestag y Gobierno Federal. Por otra parte, es el eslabón que une la Federación y los länder. La Ley Fundamental delimita su posición y su función en el artículo 50, que desde 1992, además, manifiesta expresamente su dimensión política europea: “Los lánder participarán, por medio del Bundesrat, en la legislación y en la administración de la Federación y en los asuntos de la Unión Europea”.

El alcance de esta directriz constitucional sólo llega a comprenderse teniendo en cuanta su trasfondo: un Estado articulado en Federación y länder, este es, la variante específica del federalismo alemán.

El federalismo ha sido y es en Alemania la forma de organización del Estado. Le confiere unidad y, al mismo tiempo, le pone fronteras internas, evitando de este modo la exaltación de la idea de unidad. “Todo poder del Estado emana del pueblo. Este poder es ejercido por el pueblo mediante elecciones y votaciones y por intermedio de órganos especiales de los poderes legislativo, ejecutivo y judicial”. (Artículo 20, párrafo 2, Ley Fundamental).

FEDERALISMO: UNIDAD EN LA DIVERSIDAD

El término “federalismo” deriva del vocablo latino “foedus”, traducible por alianza o acuerdo. Así pues, “federalismo” denota un Estado federal logrado mediante un acuerdo, es decir, la unión de diversos Estados miembro en una federación cuyos miembros mantienen la cualidad de Estado que les es propia. Un polo opuesto de este modelo es el Estado unitario, que no conoce partes jurídicamente independientes. El otro polo opuesto sería la confederación de Estados. Se trata de una alianza jurídico internacional cuyos Estados miembro mantienen una gran independencia: la unión de todos ellos no constituye un Estado. La Confederación Germánica de 1815 a 1866 es buen ejemplo de ello. En el modelo de Estado federal, el propio Estado debe tener competencia sobre asuntos que, en interés del pueblo, han de ser tratados de manera igualitaria. Así, en este modelo hay mucho de unitario, pero también muchas cosas son diversas. La norma elemental de cualquier Estado federal auténtico reza: “unidad en la diversidad”.

Este principio básico es declarado inviolable e inmutable en la Ley Fundamental. El artículo 79, párrafo 3 determina: “No está permitida ninguna modificación de la presente Ley Fundamental que afecte la organización de la Federación en länder, o el principio de los Länder en la legislación, o los principios enunciados en los artículos 1 y 20”.

Mientras tenga vigencia la Ley Fundamental, por consiguiente, ha de mantenerse la estructura federativa. Esto no quiere decir que no sea necesario reflexionar sobre qué sentido y qué finalidad tiene el federalismo. Muy al contrario, no le haría ningún bien ser considerado sencillamente “inmutable”.

En 1949, el Consejo Parlamentario se decidió por el principio del Estado federativo, que supone una doble división de los poderes: a mayores de la división clásica en poderes legislativo, ejecutivo y judicial (división horizontal de poderes), se da una división entre Federación y länder (división vertical de poderes). Con este doble reparto de los poderes se evita de forma efectiva que tenga lugar un abuso de competencias.

Pero ningún modelo de Estado es perfecto, a no ser en teoría. Por ello se deben sopesar sus ventajas y sus inconvenientes. En la democracia tiene una importancia crucial la respuesta a la sencilla pregunta: ¿De qué le sirve esto al ciudadano? Lo que importa es él, y no crear aparato estatal rápido y efectivo.

VENTAJAS DEL ESTADO FEDERAL FRENTE AL ESTADO UNITARIO

• Reparto de poderes

Al clásico reparto horizontal de poderes (legislativo, ejecutivo, judicial) se le suma, en el modelo político federal, un reparto vertical de poderes entre el Estado federal y los estados miembros. Repartir los poderes es controlarlos y evitar su abuso.

• Más democracia

Un Estado articulado en entidades políticas menores fomenta la participación activa de sus miembros, ya que les permite obtener una clara visión de conjunto y comprender el quehacer político del estado. Además, el ciudadano puede ejercer su derecho al voto, el derecho intrínseco a la democracia, doblemente, puesto que en la forma de Estado federal se vota al parlamento del Estado federal y a los Estados miembro.

• Alternancia en el liderazgo

Los partidos políticos tienen la oportunidad de alternar y competir entre ellos, puesto que, a pesar de representar a una minoría en el Estado federal, tienen toda la responsabilidad política en los Estados miembro. De este modo ponen a prueba y demuestran su capacidad de actuación y de liderazgo.

• Proximidad a los problemas

En el modelo federal, los órganos públicos están más cerca de los problemas regionales que en el Estado unitario. No hay provincias lejanas u olvidadas.

• Proximidad al ciudadano

El ciudadano tiene un corto camino que recorrer hasta los organismos públicos. Tiene más oportunidades de tomar contacto con los políticos o los organismo que en el Estado unitario, con su administración central, lejana y anónima.

• Competencia

Los Estados miembro compiten necesariamente entre ellos. Y la competencia estimula. El intercambio de experiencias fomenta el progreso y contribuye a evitar fracasos en los procesos políticos a nivel estatal.

• Equilibrio

El control recíproco, la toma en consideración de los otros Estados miembro y la necesidad de hacer concesiones evitan, o cuando menos dificultan, las posiciones extremas. El federalismo actúa de forma redistribuidora y, por consiguiente, estabiliza.

ENTREVISTA CON EL MINISTRO WOLFANG SCHAUBLE

Nos trasladamos al ministerio del Interior. Llegó Schauble con su silla de ruedas. Se sacó la foto con Rojo. La silla para éste estaba preparada. Un cuadro al fondo.

En ese momento preparaban el Mundial de Fútbol. Le pregunté por las competencias de las policías federales y si estas estaban en Schengen. Me dijo que no. El staff no tenía nada que ver con el staff de Corcuera. Parecían rectores de universidad, no policías.

A Schauble, la canciller no le candidateó para presidente de la República y eso le molestó, pero ahora era el ministro más poderoso de Alemania.

Volvimos a la embajada donde el embajador encargó organizar un almuerzo que se hizo en tiempo y hora mientras los demás fumaban, hablaban o arreglábamos el mundo. El responsable de prensa me hablaba de la transición y creía que yo había estado desde comienzo de la misma en el Congreso.

Comimos Vieiras, lomo de cordero y panacota. Un Pesquera crianza y un Murrieta nos permitió despedirnos por todo lo alto de aquella embajada con aspecto del tercer Reich por fuera y agradable contenido interno.

Pero no acabó todo allí, porque nos volvieron a meter otro tute. Fue el ir al parlamento de Berlín, antiguo parlamento prusiano, donde nos recibió el Presidente y la Mesa de la Cámara. Vuelta a hablar de las competencias de uno y otro.

Terminada la visita para Zubia y para mí acabó la estancia en Berlín. Nos llevaron al aeropuerto de Tempelhof en el centro de Berlín y de allí salimos hacia Bruselas. De Bruselas a Bilbao en un viaje ventoso que acabó bien.

LA REFORMA

A los pocos días aparecía en la prensa la reforma a la que había llegado la Gran Coalición.