Además de la verdad y la justicia histórica,
quien más sigue soportando ese manto de silencio es la memoria
de tantos fusilados, represaliados, encarcelados y exiliados y de cuyo
paso por esta tierra no tenemos la menos noticia.
Es el caso de Germán M. Iñurrategi, Fiscal
del Tribunal Popular, Juez, funcionario del recién creado Departamento
de Justicia del Gobierno Vasco en 1936, colaborador directo del ministro
Manuel de Irujo, Juez de las Audiencias de Cuenca y Alicante, pero,
sobre todo, un tolosarra enamorado de su pueblo, su país y sus
gentes y que, como muchos, hubo de morir en 1979 en su exilio de México.
Nacido en Tolosa el 8 de agosto de 1908, abogado, casado con Pepita
Arriola, padre de tres hijas, Itziar, Izaskun y Arantza, llegó
a aquella acogedora segunda patria en 1942 tras pasar por el refugio
de Capbretón.
Fue miembro de la Delegación del gobierno Vasco
en el exilio y secretario del Centro Vasco de México. Prolífico
escritor, ganó el primer premio en el concurso organizado por
el periódico Última Hora en el que participó con
una brillante narración titulada “El emigrante”.
Sus colaboraciones aparecían asiduamente en la prensa mexicana
y en la publicación mensual de los vascos de México titulada
Euzko Deya. Fue ahí donde descubrí la existencia de una
auténtico polígrafo que lo mismo hablaba de Aitzol, que
de las alubias de Tolosa,de San Ignacio de Loyola o de la tamboreada
donostiarra sin dejar de narrar vivencias propias con personajes de
nuestra historia reciente como Irujo, Rafael de Picabea, Sasiain, Pepe
eizaguirre, Indalecio Prieto, el Consejero Aldasoro o Jesús de
Galíndez.
Indagando un poco más dimos con su familia en
Tampico, dolorida por el reciente fallecimiento de la esposa de Germán
y madre de tres vascas - mexicanas que sienten adoración por
la memoria de un padre que falleció suspirando por volver a la
tierra de sus mayores.