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AGUR AZNAR

 

Índice


Prólogo 7

1. ¿Qué queréis los vascos? 13
2. Un rey que ni arbitra ni modera 25
3. Un tercer poder sumiso 52
4. Un Parlamento que no controla 72
5. Rouco: su reino sí es de este mundo 76
6. El Pacto de Madrid alumbró el Pacto de Ajuria Enea 102
7. Auto ¿qué? 120
8. 1993: La última investidura de Felipe González 139
9. La semilla del diablo 156
10. 1996: Primera investidura de Aznar 177
11. Bloqueado el Pacto de Ajuria Enea 219
12. ¿Nada que ver con Irlanda? 227
13. La piscina sin agua 238
14. Primer alto el fuego de ET A en treinta y ocho años 244
15. Con Arzalluz en el Cesid 254
16. Lizarra 281
17. El rayo que no cesa 286
18. La impaciencia de unos, el inmovilismo de otros 298
19. El que la hace la paga 303
20. El pacto antinacionalista o la segunda muerte de Lluch 325
21. La «Brunete Mediática» 341
22. ¿Quién es el excluyente? 344
23. ¡Váyase, señor Ibarretxe! 374
24. La reflexión de Ollora 386
25. Savater y sus Foros 392
26. De la ofensiva electoral a la guerra penal
27. El levantamiento del velo 420
28. ¿Por qué a Gernika la siguen bombardeando?
29. Luto en Torrejón 445
30. Un escaño en la montaña rusa 465
31. La traca final 501
32. El Plan Ibarretxe 55

Índice onomástico 559

PRÓLOGO

En plena discusión constitucional, el profesor Enrique Tierno Galván le comentó a Xabier Arzalluz lo siguiente: “¿Por qué nos hemos de asombrar -decía- de las tempestades, cuando todos vivimos la época en que se sembraron los vientos? ¿No sería mejor entender que estamos viviendo lo que habíamos de vivir, procurando en cualquier caso no sembrar más vientos para que los que nos han de seguir no recojan más tempestades?”

Veinticinco años después y a pesar de la debilidad de ETA, parece que nadie le ha hecho el menor caso al “viejo profesor” habida, cuenta del huracán que vive en la actualidad la política española en su relación con Euskadi.

Me ha tocado ser portavoz del grupo parlamentario vasco en el Congreso de los Diputados de 1986 a las elecciones de marzo de 2004. Dieciocho años. He visto a Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón, José Ram6n Calero, Rodrigo Rato y Luis de Grandes como portavoces del PP. A Ramón Tamames, Nicolás Sartorius, Rosa Aguilar y Felipe Alcaraz como portavoces de IU; a Miquel Roca, Joaquim Molins, Josep López de Lerma y Xavier Trias como portavoces de CiU; a Eduardo Martín Toval, Carlos Solchaga, Joaquín Almunia, Luis Martínez Noval y Jesús Caldera como portavoces del PSOE, así como a numerosos portavoces del grupo mixto y a Luis Mardones, José Carlos Mauricio y Paulino Rivero de Coalición Canaria. He trabajado en el Congreso bajo la presidencia de Félix Pons, Federico Trillo y Luisa Fernanda Rudi. Me ha tocado lidiar en investiduras y Debates del Estado de la Nación con Felipe González y José María Aznar, y creo haber sobrevivido políticamente en Madrid con dos mayorías absolutas, del PSOE y una del PP y dos minorías mayoritarias del PSOE y una del PP. He visto, pues, casi todo.

Pero nunca una situación como la que en la actualidad vivimos. Veinticinco años después de ser aprobada la Constitución española de 1978, cada día que pasa se abre más la sima entre la opinión pública española y la vasca y cada día parece más difícil convivir bajo un mismo techo. El ministro Cristóbal Montoro, al argumentar airadamente su rechazo al llamado Plan Ibarretxe en su último trámite presupuestario, se atrevió a realizar una muy grave acusación:

Ustedes están en el final del siglo XIX. Ustedes no respetan la Constitución, no respetan el Estatuto, ustedes en lo que se han convertido ha sido en una fuente de incertidumbre y de desconfianza en la sociedad vasca y en la española. Quítese la careta de una vez, señor Anasagasti. La historia del PNV es la historia de las traiciones sistemáticas a la democracia española y, hoy, el Partido Nacionalista Vasco está acometiendo una nueva traición contra la democracia española.

Aquella sarta de acusaciones no fue una anécdota perdida en una discusión parlamentaria. La víspera, el presidente del gobierno español, José María Aznar, había dicho en Barcelona que Ibarretxe planteaba “la secesión encima de un millar de muertos”. Hacía unos días, en un acto en el cuartel central de la Unidad de Acción Rural de la Guardia Civil, había atribuido a la fortaleza del Estado la presencia de la Guardia Civil en el País Vasco. Una semana antes había estado en la CEOE pidiendo ayuda para cerrar el paso al Plan Ibarretxe. El presidente de la patronal española, José María Cuevas, le había contestado sugiriendo que no pasaría nada si se suspendiese la autonomía vasca en defensa de la unidad de España.

Por esos días, el candidato Mariano Rajoy aprobaba un plan estratégico del parlamentario Mayor Oreja para dejar aislado al PNV en un año mientras el ex ministro de Trabajo del gobierno Aznar, Manuel Pimentel, comentaba espantado que “la estrategia de que el PNV es igual a ETA es demencial, un disparate que pagaremos”.

¿Qué ha ocurrido en veinticinco años? ¿Era cierta la acusación de traición lanzada desde la tribuna por el ministro Montoro? ¿Se había vuelto loco el PNV? ¿Nos tenían que encerrar a todos? ¿Era cierta la aseveración de que en la Constitución y en el Estatuto estaba el bálsamo de Fierabrás que lo ib a resolver todo? ¿No será que el poder político español nunca ha aceptado que el llamado problema vasco no sólo no tiene solución policial sino que, por tratarse de un hecho político, ha de abordarse políticamente? ¿Se puede discrepar y hacer uso del artículo de la Constitución que proclama la libertad ideológica o todo esto es un auténtico camelo?

De todas estas cosas hablan estas páginas. Éste no es un libro al uso sino una especie de colcha de retazos, de ensalada, de macedonia de frutas en la que hay un poco de todo.

En estas páginas trato de suministrar información y datos sobre un PNV que apostó hace ya mucho tiempo por hacer política en Madrid y explicar que si el lehendakari Ibarretxe ha presentado un plan, llamado de convivencia, no ha sido por un mero capricho fruto de la ensoñación de un nacionalismo trasnochado, sino tan sólo la respuesta a la situación actual, fruto de veinticinco años de cansancio.

Para ello hay que recordar la voluntad de un Arzalluz en sus discursos constitucionales en su apuesta franca y sincera. Recordar que el PNV y el PSOE son los partidos decanos del Congreso, o como el Rey no hace uso de su poder de arbitraje y moderación en momentos en los que sus gestos tendrían un cierto valor. Destaco la ineficacia de un Parlamento al que se le hurta su capacidad de control,. Expongo la clara, rotunda y contundente actitud de siempre del PNV contra la violencia de ETA y el nacimiento del Pacto de Madrid que alumbró el de Ajuria Enea, siendo el Plan Ardanza y el Acuerdo de Lizarra las lógicas consecuencias ante la muerte por inanición de un pacto como el de Ajuria Enea al que el PP y el PSOE invocaban pero no cumplían. Puede ser interesante conocer nuestra actitud ante el asesinato del Miguel Ángel Blanco contada pormenorizadamente o la visita de Arzalluz al Cesid en plena tregua de ETA. Quizá a más de uno se le disipe alguna duda ante las apuestas que hicimos en 1993 y 1996 para entrar a formar parte del gobierno español narrado con lujo de detalle.

Realizo alguna incursión por la historia para denunciar el que todavía no haya sido devuelto el patrimonio incautado con motivo de la guerra civil.

Pocos saben que fui compañero de pupitre en San Sebastián de Fernando Savater y de como éste escribía en Egin cosas que hoy critica con saña mientras el tercer poder, el Judicial, sumisamente, ilegaliza partidos y cuestiona la acción del Parlamento vasco. Quizás a alguien le pueda resultar interesante todo lo vivido desde el anuncio de la tregua de ETA en septiembre de 1998 hasta el día de hoy y lo que esto ha supuesto en las relaciones del PNV con el PP y el PSOE. A otros les podrá resultar más sorprendente la relación entre el PNV y José María Aznar que va desde el acuerdo suscrito en abril de 1996 para darle el SÍ como presidente a su investidura al mismo José María Aznar que en su última intervención en el Congreso nos espetó ante sus enfervorizados compañeros que no teníamos decencia. O quizá puede ser ilustrativo cómo nos hicieron la vida imposible hasta obligarnos a dejar una Democracia Cristiana que habíamos fundado.

Hay pues datos, cartas, descripción de situaciones, agenda, relatos, opiniones sobre personas y una línea argumental básica y recurrente: nosotros queremos convivir y pactar, porque la política es pacto y diálogo, y sobretodo queremos eliminar a ETA de nuestra existencia y mejorar la vida del ciudadano vasco en su relación con España y con Europa, buscando que se respete su identidad de vasco.

El problema consiste en que la democracia española es de muy baja calidad. Los medios de información públicos están l servicio del poder central lo mismo que el Judicial. Al vasco, que está dispuesto a convivir en una comunidad de propietarios pagando religiosamente los gastos comunes, no se le deja ordenar y llevar adelante su propia casa según su leal saber y entender. Para colmo, un residuo de franquismo como es ETA, asesina, extorsiona, chantajea y envilece las relaciones, y hace imposible la vida a muchísima gente, aunque pocos se dan cuenta que a quien más daño hace, salvando el dolor de las víctimas, es a la imagen de lo vasco en general y al PNV en particular.

De todas estas cosas hablo en estas páginas escritas a salto de mata entre plenos, comisiones, reuniones, lloros de críos y algún que otro fin de semana. No son por tanto una biografía, ni unas memorias, ni el recuento de dieciocho años de duro y apasionante trabajo. Son tan sólo un pequeño contrapunto con el objeto de aportar elementos de juicio con el fin de que las noticias sobre lo vasco dejen de ser una constante y podamos hablar más de planes para un futuro en libertad, sin violencia, en respeto y con sentido del humor. Sí, sí. También con esto.