El lunes 24, Bono polemizaba
públicamente con Maragall. Éste le había dicho que
tenía popularidad porque decía cosas como si fuera un dirigente
del PP y, claro, los encuestados del PSOE y los del PP le valoraban bien.
Bono, que no se muerde la lengua, le contestó diciéndole
que Maragall actúa como alguien de ERC, mientras le recordaba que
la E del PSOE es la E de español. ¡Olé!
Ese día también, el dueño de Freixenet decía
que su cava era tan español como el que más, ante la campaña
en contra que tenía encima. Rodríguez Ibarra decía
que Maragall hablaba como un dirigente de Batasuna y el Rey volvía
a recordarnos que España es indivisible.
Ese día, Bono estuvo en Euzkadi departiendo con el Círculo
de Empresarios a quienes encontró “muy sensatos”, según
me dijo, pero Bono, éste lunes, tenía puesta la mirada en
el Senado, ya que allí, en la Comisión de Defensa, se discutía
el veto del PP a la Ley de Defensa y las enmiendas a su articulado.
Ese lunes, en la sala de Comisiones, en la parte trasera, me coloqué
con el proyecto de ley, color amarillo, que para un nacionalista vasco
más que una ley es una declaración de guerra. Han añadido
en el trámite del Congreso un artículo 2 donde se le da
al ejército la finalidad de ser la garantía de independencia
e integridad territorial de España y al Centro Nacional de Inteligencia,
antiguo CESID, la misión de velar por esa misma integridad de España.
Con este articulito se valida que los que plantean el llamado Plan Ibarretxe
o digan que Catalunya es una Nación, pueden ser espiados legalmente.
Y hay algo más.
Una de las novedades de esta ley es que, con carácter previo,
a las Cortes Generales les corresponde autorizar la participación
de las Fuerzas Armadas en misiones fuera del territorio, pero, esto que
está muy bien y le hubiera impedido a Aznar su loca aventura iraquí,
solo se le concede al Congreso y no a las Cortes Generales, que son el
Congreso y el Senado.
Nosotros, como Grupo, presentamos en estos temas así como en
otros, enmiendas que ninguna fue aceptada, a pesar de que dijimos que
practicarle la eutanasia al Senado era una tropelía propia de los
procuradores en Cortes Franquistas y que asignar al ejército labores
policiales solo se entiende en países no democráticos. Pues
bien. Nadie nos apoyó. Ni CiU, ni mucho menos ERC.
Pero lo bonito de la situación es que apoyamos nosotros una enmienda
del PP en la que se hablaba del necesario esfuerzo de consulta con las
Cortes Generales y, ahí está la madre del cordero. Si una
enmienda, solo una, se incorpora al nuevo texto, el proyecto ha de volver
al Congreso y es lo que no quiere Bono, que por no admitir no admitió
una enmienda lógica en la que se decía que la ley debería
ser de “Seguridad y Defensa”, no solo de “Defensa”.
Pero eso a Bono no le gusta. Si mete el concepto de la Seguridad ahí
entran también los Ministerios de Interior y de Justicia, y lo
que quiere él es una ley que se llame Ley Bono. Será, quizás
la única que apruebe en su mandato y la quiere cuanto antes. Concretamente
para el próximo tres de noviembre fecha del pleno en el Senado,
donde se dilucidarán estas cosas.
Como era esperable, Bono nos llamó. Previamente lo había
hecho con el presidente del EBB, para cumplimentarle, pero con nosotros
entró al grano. Quiere su ley aprobada la semana que viene, sin
que vaya al Congreso. No le gusta nada lo del Senado porque dice que el
PP tiene senadores levantiscos y que es un engorro.
Veremos qué pasa porque nosotros no tenemos pacto alguno con
este ministro al que hay que reconocer habilidad y dotes de persuasión,
de doble discurso de genuino animal político, aunque sea más
español que un botijo y esté dispuesto a bailar el aurresku
con tal de aprobara su ley.
La solución, la semana que viene.
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