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  GEMA RUIZ NO SABE BAILAR EL CHA CHA CHA
 

Zapeando vi el lunes en TVE un programa dirigido por Ane Igarteburu que consiste en que una serie de famosos y famosillos bailen un determinado ritmo. Ese día, entre otros concursantes y compitiendo entre ellos estaba un personaje de la brumosa movida madrileña, Oscar Ladoire y Gema Ruiz, cuyo nombre y apellido no le dirá a usted nada, pero si le comento que fue la segunda esposa de Álvarez Cascos, eso le dirá algo más.

La buena señora se marcó un cha cha cha que fue comentado por uno de los miembros del jurado, diciéndole que no sabía mover las caderas. El caso es que en esa tanda fue eliminada y yo cambié de canal. No me gusta ver a la gente hacer el ridículo ni sentir vergüenza ajena.

Conocí a Gema Ruiz cuando en compañía del Vicepresidente del Gobierno y Secretario General del PP, Álvarez Cascos, vino a cenar a Sabin Etxea en el año 1997, una cena ofrecida por Xabier Arzalluz, presidente del EBB y José Juan González de Txabarri, a la sazón secretario de la Mesa del Congreso. Aquella foto visualizaba la interlocución del PP con el PNV a través de su secretario general cosa que irritó sobremanera al ministro del interior, Jaime Mayor Oreja, uno de los autores del acuerdo PNV-PP de 1996.

Tras aquella visita hubo otras dos. Una a las cuevas de Ekain con comida en el Kiruri de Azpeitia y otra en Getaria. En Zestoa visitamos, con el antropólogo Altuna, esa maravilla que es su cueva, reproducida en otro lugar tras aquella visita, en la que la buena de Gema Ruiz nos vino con dos perritos. Cerca había un euskaltegi y la imagen de todo aquel montaje de gente extraña y seguridad era un tanto psicodélica. Recuerdo asimismo cómo en la comida a Álvarez Cascos le interesaba mucho lo que decía Altuna, pues mantenía la teoría de que toda la cornisa cantábrica era una unidad antropológica. Gema Ruiz, a mi lado, me comentaba que se aburría mortalmente con aquellos temas. Me imagino que también con la pesca del salmón de su marido.

La última visita, que organizó un gran revuelo, fue a Getaria donde vimos las obras del Museo Balenciaga y la exposición provisional que se había montado en un local junto a la carretera principal. El Museo recibía ayudas de los presupuestos generales del estado y esto motivó aquel contacto que le sentó a cuerno quemado a Mayor Oreja que dijo, a través de su mayordomo, Carlos Iturgaitz, que mientras Cascos comía kokotxas en los batzokis, a ellos ETA los mataba.

Latía una fuerte rivalidad entre Mayor Oreja y Álvarez Cascos, movida por el primero, que nos complicó mucho la vida e impidió lográramos más resultados tanto en el ayuntamiento de Bilbao, como en el proceso de transferencias, como en abordar el final dialogado de ETA. Al final todo se rompió tras la ruptura de la tregua de ETA en 1998 y Aznar sacó al verdadero Aznar que tenía dentro y pasó lo que pasó.

Todo esto me vino al recuerdo tras verle a la buena pero insustancial Gema Ruiz, como un muñeco roto, hacer el indio bailando el cha cha cha, como un pato mareado. Lo malo es que en la ruptura Cascos-Ruiz quien está pagando el pato son los hijos y, en aquella ruptura PNV-PP, quien pagó el pato fue la convivencia y el fortalecimiento de Euzkadi.

Pero queda para la historia que también pactamos con el PP y la cosa, como con el PSOE, quedó en agua de borrajas. Decía Plá que lo más parecido a un español de derechas es un español de izquierdas.