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  LEYENDO UNA ESQUELA
 

No soy asiduo lector de esquelas, aunque de vez en cuando, al pasar las hojas, alguna salta a la vista. Eso me ocurrió el pasado martes 1 de noviembre cuando en DEIA, en la parte superior izquierda, se anunciaba el fallecimiento de Doña María Alava Sautu, viuda de Alberto Cortadi. Decía que había fallecido en Murgia, el 31 de octubre, a los 103 años de edad. La esquela estaba en euskera y en castellano.

El apellido me saltó a la memoria, y aunque no he preguntado a nadie sobre este fallecimiento, sus apellidos coinciden con el patriota nacionalista alavés del PNV fusilado por Franco en 1943, Luis de Alava Sautu. Fíjense en la fecha: 1943, cuando la guerra había terminado en 1939 y en Euzkadi en 1937.

La historia de Luis de Alava Sautu, uno de los grandes olvidados de nuestro reciente pasado es hermosa por su entrega, aunque trágica por sus resultados y merece ser conocida. En Inglaterra la conocería todo el mundo y habría actos en su homenaje. En este país de amnesia colectiva, no. De ahí que recomiendo el libro del Dr. Iñaki Barriola, “19 Condenados a Muerte”, donde narra una vivencia ejemplar por su consecuencia, y donde el propio doctor Barriola, que fue protagonista de la misma ya que también era miembro de dicha red de información, y sufrió las consecuencias de la represión.

LAS CUATRO VASCAS

El prólogo lo redactó Martín de Ugalde. Del él extraigo su parte final. Decía así:

“Esta primera Red de Información Vasca, porque después se organizaron otras de una importancia que merecen estudio, duró desde 1937 hasta finales de 1940. Su labor queda resumida en el Sumario de los encausados con los siguientes datos: 71 pasos clandestinos de frontera, con 1.242 documentos (además de boletines, revistas, prensa prohibida) y correspondencia de presos, sentencias, cartas de fusilados e información militar.

Esto es lo que consta en el Sumario.

Ahora bien, ¿cómo funcionó?

El trabajo de enlace estaba repartido así:

Delia Lauroba recogía las informaciones, entre ellas las importantes que conseguía María Teresa Verdes, y las pasaba a Itziar Múgica (Donostia), quien las entregaba a Bittori Echeverría (Elizondo), encargada de ponerlas en manos de los que las esperaban en Euzkadi-Norte.

Estas eran las cuatro resistentes que luego, durante su largo encierro, fueron conocidas como “las cuatro vascas” y el primer caso en la historia de mujer vasca condenada a muerte por el tribunal militar.

El mecanismo funcionaba a través de los mismos eslabones en el sentido contrario: de Euzkadi-Norte a las cárceles.

El delicado trabajo de contactar con los presos se hizo difícil en los comienzos del Dueso, donde toda la guardia era italiana; pero había que hacer llegar la correspondencia del exterior para Juan de Ajuriaguerra y Lucio de Artetxe, que eran la cabeza principal de la organización. Cuando los trasladaron a Larrínaga, se valieron de una cesta de doble fondo en la que llevaba Delia la comida a su marido, y por el mismo procedimiento salían los informes de los presos; y no sólo los de los nacionalistas, sino también los que enviaron socialistas, republicanos, comunistas y anarquistas.

Sobre todo en los momentos difíciles.

Así sacó Delia en su cesta escritos dirigidos a Pasionaria, a Negrín y a Largo Caballero, por ejemplo.

Y estando cumpliendo este servicio, inesperadamente, una mañana de visita, se enteró Delia de que habían fusilado a su marido.

A poco, hay traslado de presos a Burgos y hasta el Puerto de Santa María; Delia continúa trabajando, aunque ahora con itinerario distinto y recorriendo largas distancias, y también amañándoselas para sortear las nuevas, y mayores, dificultades para organizar los enlaces.
A veces, estas informaciones que se obtenían de las cárceles eran fundamentales.

Como en la ocasión de un artículo aparecido en la prensa inglesa afirmando que Franco no fusilaba más que a presos que habían cometido delitos de sangre. El servicio vasco de información tenía la seguridad total de que en Burgos había 200 expedientes de condenados a muerte totalmente limpios de estos cargos; pero no era bastante saberlo, sino que había que testificarlo con documentos.

Gracias entre otros, a la eficacísima ayuda prestada por Aniceto Antón, se consiguió sacar la copia de cada uno de ellos, de los doscientos, y se hicieron llegar al Foreing Office.

Se salvaron todos de la ejecución.

En estas gestiones de Burgos fue vital la intervención de María Teresa Verdes, quien consiguió los contactos necesarios para llegar a las personas que tenían acceso a los documentos en Auditoría y Capitanía General. Esta valiente y activa mujer no sólo actuó en aquella ocasión, si no que logró modificaciones sustanciales en otros muchos expedientes muy comprometidos.

Algunos que aún están vivos no se explican por qué.

Otro de los servicios, y éste trágico, consistía en conocer las fechas de las ejecuciones a tiempo de hacer alguna gestión extrema, dentro o fuera del País, o ayudar de algún modo al que iba a ser ejecutado.

El tiempo solía ser muy corto entre los movimientos de expediente. Así, hubo correo que se hizo en quince horas: Burgos-Elizondo-Bayona, y precisamente, un día de mucha nieve, como ha manifestado Itziar recientemente en una entrevista radiofónica. Muchas veces no se podía.

Y el caso del marido de Delia es un ejemplo.

Algunos contactos con las Embajadas estuvieron a cargo del Dr. Iñaki Barriola.

“Mi función –dice en una entrevista radiofónica reciente- era ponerlos en relación con los representantes extranjeros y también con las autoridades civiles o de la Iglesia, tanto local como nacional. Recuerdo especialmente la visita que hice al Nuncio Monseñor Antoniutti, en compañía de un íntimo amigo: Juanito Aldazabal. El Nuncio nos recibió muy bien. Nos aseguró que su intervención había dado fin al fusilamiento de los sacerdotes. Lamentaba las ejecuciones de los civiles, que consideraba consecuencia lógica en una guerra, y se sentía sin autoridad para interceder por los traicionados por el Pacto de Santoña. Pacto cuya legitimidad ponía el muy en duda. Consideraba la represalia franquista una tanto violenta, pero nos dijo que tuviéramos en cuenta que en aquel momento el enemigo más fuerte de Franco en el extranjero era el Gobierno de Euzkadi, por su reconocida seriedad, su catolicismo, su sentido del orden y la defensa que hacía de sus principios”… “Y esto no lo podían permitir los militares”.

Este testimonio es indicativo de la actitud de la Iglesia oficial.

Si fueron importantes los servicios prestados por la Red a los presos y sus familias, motivo inicial de sus organización, no fueron menos los que rindió la información facilitada a los dirigentes vascos en el exilio para su propio conocimiento y sus relaciones con las cancillerías extranjeras. Mientras duró la guerra en España, los movimientos de tropas españolas y los de las Flechas Negras italianas o los de la Legión Cóndor interesaban también a los países recelosos del potencial nazi-fascista que ya se estaba montando.

En aquellos momentos, toda información militar encerraba un valor inestimable.

Y cuando su importancia decreció al finalizar la contienda, empezaron a cobrar interés las informaciones socio-económicas, industriales, políticas, religiosas y las de las sanciones y represalias de la España franquista.

Por cierto que uno de los encargados de la información laboral, y fiel cumplidor de su cometido, como dice Iñaki Barriola, fue Fardel Gómez Jáuregui, fallecido a consecuencia de un disparo de las fuerzas de orden público en una manifestación Pro Amnistía del año pasado en Rentería.

Miembro de la Red, también fue detenido.

LA RED

Como ya hemos dicho, esta Red comenzó sus servicios al final de la guerra de Euzkadi, en agoto de 1937, y cayó a fines de diciembre de 1940.

Duró algo más de tres años y rindió importantes servicios.

La mañana del 20 de diciembre de 1940 llegó a Elizondo una brigadilla de Madrid, metieron en el coche a Bittori junto con Agustín Ariztia y su hermana Felícitas, y los fueron llevando de calabozo en calabozo hasta que a los cuatro días llegaron a Madrid.

Los familiares tardaron más de quince días en saber dónde había ido a parar.

Tardaron cinco años en volver.

¿Qué había sucedido?

EL ASESINATO DE LUIS DE ALAVA

Los alemanes habían conseguido a su entrada en París, y entre otros papeles, el informe secreto y la relación de los miembros de la Red; pasaron todo a la policía española.

Los detenidos fueron 28 en total. Terminadas las diligencias policiales y las actuación del Juez Instructor, quedaron incluidos en el Sumario y pasaron luego a Consejo de Guerra 21: Luis Alava, Agustín Ariztia, Teresa Verdes, Patxi Lasa, Iñaki Barriola, Itziar Múgica, Felipe Oñatebia, Félix Ezcurdia, Rafael Gómez Jáuregui, Antonio Causo Molina, Rafael Goñí Latasa, Julián Arregui Garaigordóbil, Luis Cánovas Luengo, José Echeverría Artola, Inocencio Tolarechipi, Modesto Urbiola, Esteban y Bittori Echeverría, Delia Lauroba, Víctor González y Celestino Olaizaola.

Eran 2 alaveses, 7 navarros, 2 vizcaínos y 10 guipuzcoanos.

La vista se celebró el 3 de julio de 1941. Se les acusó de “Adhesión a la rebelión y espionaje, con las agravantes de transcendentalidad y peligrosidad”. El fiscal pidió 19 penas de muerte; otra inferior para Víctor González Herrero y una absolución, la de Celestino Olaizaola. Los cargos que hizo el fiscal fueron aceptados por el Tribunal y dictados tal como los había fijado él. Por disentimiento del Auditor, el asunto pasó al Tribunal Supremo de Justicia Militar. La vista de su causa en el Supremo se celebró el 18 de septiembre de 1942, a los catorce meses largos del Consejo anulado.

El Supremo seguía pidiendo 8 penas de muerte.

La sentencia, al fin, fue de 30 años para 6 de ellos; 25 años para 7; 20 años y un día para 1; 12 años y un día para 3, y 6 años y un día para 2; sólo hubo un absuelto.

De todos ellos se mantuvo la pena de muerte para Luis Alava.

Se le hizo la comunicación la noche del 5 de mayo de 1943, y lo ejecutaron a las 6 de la mañana del día siguiente.

Su conmutación dependía en última instancia de Franco; éste lo tuvo hasta última hora sobre la mesa de su despacho.

Pero no lo firmó.”

UNA PROPUESTA

Delia Lauroba, esta magnífica mujer, acaba de fallecer rodeada de un espeso silencio. Para paliar estas situaciones en Catalunya, el president Maragall ha creado en el departamento de presidencia una dirección que se va a ocupar de tratar todo este tipo de historias catalanas de resistencia que el franquismo aplastó y que la transición dejó sin descubrir porque eso de mirar al pasado era todo un señalamiento a los que durante décadas robaron, mataron extorsionaron y distorsionaron la realidad.

El historiador Enric Pujol coordinará esta área de Historia y Pensamiento Contemporáneo de la Consellería de Presidencia. La nueva unidad está adscrita a la secretaría de Coordinación Interdepartamental, cuyo titular es el hermano de Carod Rovira, quien se encargará de coordinar el Centro de Historia Contemporánea, la Oficina de Atención a los ex presos, el tratamiento de los desaparecidos y las fosas comunes y el Centro de Estudios de Temas Contemporáneos. Enric Pujol dirigía la Casa de la Generalitá de Perpignan. En Euzkadi, ¿no se podía hacer algo de esto?. Tenemos gente, presupuesto, ganas y necesidad de ello porque el Gobierno Vasco carece de algo parecido. Por eso cuando fallece una hermana de aquel patriota ejemplar la gente ni se entera. Soy de los que creo que no podemos ir a todas horas esgrimiendo nuestra identidad y desconocer nuestra historia reciente sobre todo cuando tenemos instituciones regadas con la sangre de gente tan meritoria como aquellas cuatro mujeres y el alavés fusilado. Es una pena la insensibilidad existente, que deseo atribuir sólo a desconocimiento, no a insensibilidad. ¿Y cómo se puede resolver esto? Haciendo lo mismo que los catalanes. Al poco se verían sus resultados. Inténtenlo y verán.